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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Acuerdo preocupante

El Congreso estadounidense, de mayoría republicana, en su última sesión antes de dar paso al elegido en noviembre de mayoría demócrata, ha ratificado el polémico acuerdo de cooperación nuclear entre EE UU e India que la actual Administración de Bush presentó como un paso muy importante para fidelizar de alguna forma a Nueva Delhi en Asia, especialmente como elemento de contención frente a la China emergente.

Este acuerdo abre de hecho una era de cooperación nuclear civil entre las dos mayores democracias del mundo, después de treinta años de tensiones y bloqueo en este terreno que, sin embargo, no impidieron a India convertirse en una potencia militar nuclear. Al separar el componente civil -en el que cooperará Washington- del militar, este acuerdo viene a socavar el Tratado de no Proliferación de Armas Nucleares (TNP) que India nunca quiso suscribir (China, ya con armas nucleares, lo hizo en 1992).

Muchos cínicos habrá que desprecien los temores arguyendo que el TNP es cadáver, una antigualla perfectamente superada por los hechos y los tiempos. Las cinco potencias nucleares iniciales, EE UU, Rusia (ex URSS), Reino Unido, Francia y China ya están, pese al TNP, acompañadas en su poderío atómico por India, Pakistán, Israel y Corea del Norte. Irán, aunque no ha cometido aún ninguna ilegalidad, parece lanzado a conseguir la capacidad nuclear. E Israel, en un sorprendente giro que rompe su ambigüedad legendaria sobre el tema, confirma por boca de Ehud Olmert (antes lo hizo el nuevo jefe del Pentágono, Robert Gates) su posesión del arma más brutal. El TNP vive sus horas más bajas, aunque haya Estados que tuvieron armas nucleares y renunciaron a ellas, como Suráfrica, Ucrania y otras ex repúblicas de la URSS que cedieron a Rusia las estacionadas en su territorio.

Lo cierto es que, con este acuerdo con una India que no ha firmado el TNP, y que no se impone ningún límite ni restricción a pruebas e incremento de armas nucleares, Washington ha herido de muerte el Tratado y provocado de paso las iras de Pakistán. Las leyes estadounidenses van a ser modificadas para permitir la cooperación nuclear civil con India, pese a su flagrante violación. Cierto es que Nueva Delhi, que buscó el arma nuclear frente a China, jamás engañó al mundo como Corea del Norte, que firmó el acuerdo mientras se embarcaba en sus programas nucleares. Pero ahora, como nueva potencia nuclear, India se ve premiada con una cooperación expresamente vetada en el TNP con un Estado firmante, EE UU. Estas dobles varas no hacen sino desprestigiar los tratados internacionales e incitar a su quebrantamiento. Más sabio hubiera sido reforzar el TNP y hacerlo aceptable para India.

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