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Un error dejó 6 años libre a un supuesto violador de niños

El padre de una niña atacada en 2000 quiere unificar la acción judicial de todas las familias perjudicadas por el agresor

Ocurrió el 9 de febrero de 2000. Han pasado ya más de seis años, pero Manuel Vilares tiene grabado a fuego el día que su hija, que entonces tenía 11 años, estuvo a punto de ser violada en su propio domicilio de la calle de Ofelia Nieto, en Madrid. El autor de aquel hecho fue supuestamente Raúl Pérez López, el hombre que ahora ha sido detenido como sospechoso de ocho violaciones y seis agresiones sexuales sobre niños y niñas de entre 6 y 12 años. "Un fallo judicial ha propiciado que un violador de menores haya estado suelto tanto tiempo", se queja Vilares.

La hija de Vilares acababa de salir del colegio aquel 9 de febrero de 2000, cuando un desconocido se coló con ella en el portal de su vivienda. Ambos subieron al ascensor. La niña dijo que iba al cuarto piso; el desconocido se bajó en el tercero. El intruso espió a la chiquilla y, al comprobar que ésta abría su casa con una llave, echó a correr y le impidió que cerrara la puerta. A continuación le tapó la boca para impedir que gritase. Pese a eso, uno de estos chillidos fue oído por Manuel Vilares cuando entraba en el portal. "Ese día no tenía previsto ir a mi domicilio, pero mi hija quería hacerse unas patatas fritas y decidí ir por miedo a que se quemara", recuerda.

"Estamos convencidos de que hay muchos más casos", señala un mando policial

Mientras Vilares subía a su casa, el intruso conminó a la pequeña -"cállate o te mato", le advirtió por tres veces- y le arrastró hasta su habitación. Al estar las ventanas abiertas, el agresor llevó a la niña al dormitorio de sus padres y la tiró sobre la cama. Justo en ese momento irrumpió el padre de la víctima. "Le agarré por el cuello y llamé a la policía. Les dije: 'Vengan rápido... o mato a este tío".

Varios patrulleros se hicieron cargo del asaltante, que resultó ser Raúl Pérez López, de 25 años, un repartidor residente en el distrito de Moratalaz. La policía tramitó contra él diligencias por supuesto "allanamiento de morada", sin la menor referencia a un posible agresor sexual. Por eso, su foto jamás fue incluida en los álbumes policiales de violadores o asaltantes sexuales.

La familia Vilares se mudó de casa dos meses después de "aquello" ante el temor de que el atacante regresara a la vivienda para intentar vengarse de la chiquilla. Manuel se enteró hace sólo unos meses de que el juzgado había archivado el caso. "Nunca hubo juicio ni supimos más del asunto. Un fallo judicial ha permitido que este individuo haya estado libre seis años", dice.

A principios del presente mes, la policía detuvo a Raúl Pérez después de que una niña de seis años le viera en la avenida de la Albufera (Vallecas). La pequeña le indicó a su madre que aquel hombre que conducía un coche parado ante un semáforo era el que le había toqueteado unos meses atrás.

Con esa pista, la policía llegó hasta el presunto autor de una cadena de agresiones sexuales. Hasta el momento, el supuesto "depredador sexual" ha sido reconocido por las víctimas de un caso ocurrido en abril de 2002; uno en mayo de 2003; tres entre junio y noviembre de 2004; dos más en 2005; y seis a lo largo del año actual. "Pero estamos convencidos de que hay muchos más casos", señala un mando policial de la Brigada Judicial de Madrid. De hecho, al menos tres familias más han contactado con los investigadores ante la creencia de que sus hijos o hijas fueron atacados por este hombre (que está encarcelado en Madrid por orden judicial).

Manuel Vilares, de 43 años, empleado en un centro público para menores con discapacidad psíquica, quiere ponerse en contacto con los padres de los niños atacados a fin de actuar coordinadamente y lograr que el supuesto violador en serie sea castigado penalmente. "Solicito ayuda para evitar que vuelva a repetirse lo que ocurrió con mi hija", explica, pugnando por evitar que se le salten las lágrimas.

La captura del presunto violador ha sido muy dificultosa porque la policía sólo halló restos biológicos (semen) en un caso, pero correspondientes a un hombre que no figuraba en los ficheros de ADN. Jamás encontró huellas dactilares ni pelos. ¿Habrían sido mucho más fáciles las pesquisas si en 2000 se hubiera incluido su foto en los álbumes de agresores sexuales? Quizás. Pero en aquella ocasión sólo fue fichado por allanamiento de morada de la familia Vilares. La policía mantiene que entonces no había indicios para otra cosa.

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