Mueren en un atentado 70 iraquíes que buscaban empleo
Un terrorista suicida hizo estallar su vehículo cargado de explosivos en el centro de Bagdad
Setenta personas que esperaban lograr un empleo temporal perecieron ayer en Bagdad al explotar una camioneta bomba en la plaza de Tarayan, en el centro de la capital iraquí. Otras 250 resultaron heridas. El mercado de la plaza, situada al otro lado del río Tigris, frente a la fortificada zona verde donde Estados Unidos tiene su embajada y el Gobierno gran parte de sus ministerios, se ha convertido en un lugar de contratación informal que ha sido objeto de algunos ataques. La mayoría de los buscadores de empleo vienen del este de Bagdad, de Ciudad Sáder, y son chiíes.
"De algunos [de mis amigos] sólo he podido encontrar la cabeza" dijo Nasser
La policía, que en un principio hablaba de 57 muertos, elevó la cifra a 70 a última hora de la tarde y no descartaba que fuera aumentando en las próximas horas. Muchos de los heridos se encuentran graves. La confusión y el caos eran grandes y los hospitales, acostumbrados a las tragedias, estaban desbordados. Algunos aseguran que se emplearon dos vehículos: un coche y una camioneta que se encontraba aparcada en las inmediaciones y que pudo ser detonada simultáneamente. Testigos entrevistados por canales de televisión hicieron referencia a una única camioneta cargada de sacas de cereal.
Abu Husein, de 45 años, que sobrevivió a la deflagración, explicó que el conductor se bajó del vehículo y solicitó a gritos ayuda para descargar la camioneta. "Cuando la gente le rodeó, el coche explotó". "Después de que explotara nadie quedó en pie en la plaza. Pensé que todos estábamos muertos", explicó Jaled Nasser a la agencia France Presse. Dijo Nasser que muchos de sus amigos habían sido cortados por la mitad. "De algunos sólo he podido encontrar la cabeza".
Cuerpos ensangrentados y mutilados en las piernas y en los brazos fueron apilados en la acera y cubiertos con papeles de periódicos y de sábanas en espera de la llegada de las ambulancias, escribe un periodista de la agencia Associated Press (AP).
Después del atentado se escucharon disparos en la zona, pero no se pudo determinar si procedían de insurgentes o de policías. Había nerviosismo y emoción entre los familiares de las víctimas que trataban de encontrar a los suyos en medio de la carnicería.
El desempleo masivo que padece la población tras el colapso de la economía convierte a las colas de buscadores de empleo en un objetivo fácil. No es la primera vez que se atenta en esta plaza situada a menos de un kilómetro de la llamada zona verde, la más protegida en teoría.
En total, ayer murieron 95 personas en atentados en varios puntos del país, entre ellas un cámara de televisión de la agencia AP en Mosul. Se llamaba Aswan Lutfalla, era iraquí, y tenía 35 años.
Noviembre fue el mes con más muertos desde el final oficial de la guerra, el 9 de abril de 2003, cuando las tropas norteamericanas derribaron la estatua de Sadam Husein en hora de máxima audiencia televisiva en EE UU.
El primer ministro iraquí, Nuri al Maliki, hizo público un comunicado en el que acusa del ataque a los extremistas suníes "y sus aliados sadamistas". El presidente del Parlamento, el suní Mahmud Mashhadani, denunció también el atentado, "obra de gente fuera de la ley y carente de religión" e hizo un llamamiento a todos los grupos armados del país a mantener una tregua de dos meses.
El 23 de noviembre, una serie de atentados con bomba y lanzamiento de granadas de mortero en el barrio de Ciudad Sáder de la capital costaron la vida a más de 200 personas. El de ayer también tenía por objetivo a chiíes procedentes de este barrio, el más pobre de la ciudad.
El atentado se produce un momento político delicado, con la Casa Blanca batallando por mantener el curso de su criticada política en Irak y con el primer ministro Maliki tratando de recortar el poder del clérigo radical Múqtada al Sáder, convertido en el referente para millones de chiíes de Irak. Maliki quiere convocar una gran Conferencia Nacional para la Reconciliación, pero todos sus intentos se topan con la realidad de una guerra larvada. Ya son muchos, dentro y fuera de Irak, los que hablan sin rodeos de una guerra civil.
El lunes fueron hallados 66 cadáveres maniatados y con un disparo en la cabeza en el norte de Bagdad y ayer aparecieron otros 47. Es la firma de los escuadrones de la muerte de las milicias suníes y chiíes. Ayer hubo un nuevo ataque contra la mezquita de Samarra, esta vez sin víctimas.
En Mosul, al norte del país, ayer resultó muerto Aswan Ahmed Luftallah, camarógrafo de la agencia norteamericana Associated Press, que fue tiroteado por los insurgentes mientras filmaba un enfrentamiento. Es el tercer trabajador de AP muerto desde el comienzo de la guerra y el 89º de los periodistas fallecidos desde marzo de 2003. También han muerto 37 colaboradores, entre traductores y chóferes.
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