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Hezbolá vuelve a tomar las calles de Beirut

En el Líbano de hoy todo son interrogantes. Pero si hay algo claro es que la oposición no cejará en su empeño de derribar al Gobierno prooccidental del primer ministro Fuad Siniora, al que tildan de títere de EE UU. Cientos de miles de simpatizantes de Hezbolá y del ex general maronita Michel Aoun tomaron ayer de nuevo el centro de Beirut para exigir su dimisión. "No queremos un Gobierno que reciba órdenes del extranjero", decían muchos de ellos.

Varios medios y agencias internacionales señalaban que la manifestación, una réplica de la celebrada el 1 de diciembre, es probablemente la mayor de la historia del país. El centro de la capital fue tomado por el Ejército, que amplió el cordón de alambres de espino alrededor de la sede del Ejecutivo, a pocos metros de la explanada donde el partido guerrilla-chií y sus aliados del Movimiento Patriótico Libre, encabezado por Aoun, han desplegado a miles de fieles que acampan en tiendas hasta que el Gobierno ceda a su presión.

Naim Kassem, vicesecretario general de Hezbolá, se dirigió a los que abarrotaban la plaza de los Mártires para advertir de que las protestas proseguirán. Las proclamas de los líderes chiíes mostraron de nuevo la profunda brecha que separa a quienes tienen una visión del porvenir acorde con el modelo occidental y quienes dirigen su mirada a Siria e Irán. "¿Quiere George W. Bush escuchar la voz del pueblo libanés? Decidles: muerte a América, muerte a Israel", clamó Kassem. También Aoun apareció en las enormes pantallas colocadas en la plaza para señalar que la era del Gobierno de Siniora, al que tildó de corrupto, ha terminado. Aoun afirmó que las protestas serán pacíficas, y anunció el próximo paso de los opositores: formar un Gobierno de transición.

Siniora, por su parte, apuntó durante un acto en el que se conmemoraba el asesinato, hace un año, del diputado Gibran Tueni: "No queremos que Líbano sea el teatro de las guerras de otros". Aludía al respaldo que Teherán y Damasco prestan a Hezbolá en su desafío al Gobierno. Y de eso se trata precisamente. EE UU y Francia forzaron la retirada de los soldados sirios tras 29 años de tutela del país e impulsan la formación del tribunal internacional que juzgaría los crímenes políticos que sacuden Líbano desde que el ex primer ministro Rafik Hariri fuera asesinado en febrero de 2005. París y Washington responsabilizan del magnicidio al régimen sirio. Hezbolá y sus aliados -Amal, el segundo partido chií, y el presidente, Emile Lahoud- rechazan la constitución del tribunal y exigen contar en el Gobierno con una minoría de un tercio más uno de los ministros, lo que le permitiría bloquear decisiones cruciales del Ejecutivo. Siniora se niega a ello apoyado por el líder druso Walid Yumblat, y por el suní Saad Hariri, jefe del primer grupo parlamentario.

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