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Columna
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Instalación (o el puente levadizo)

Si sólo te fijas en ellas, sin atender a la voz o al texto que las ilustra, esas imágenes parecen corresponder a otra cosa. Mi primera impresión es que pertenecen a una gigantesca instalación para un museo o centro cultural (el arte contemporáneo nos tiene acostumbrados a esas ocurrencias): un espacio inmenso, surcado transversalmente por infinidad de rieles blancos; una marea humana avanzando por atascadas vías de acceso, u ordenada ya en miles y miles de puntos multicolores a lo largo de las mesas-riel; y al fondo del recinto, una tarima construida en un material claro, como un enorme altar. Como las imágenes están tomadas además desde arriba -única manera de abarcar las colosales hechuras del montaje-, el efecto transformador es aun más intenso.

La comunicación del evento se ha centrado en la forma

Pero no se trata de una obra de arte sino de las oposiciones que, aprovechando el puente de diciembre, Osakidetza ha convocado para cubrir 4.366 plazas. Se han presentado cerca de 70.000 candidatos/as, lo que sin duda se explica por la popularidad de la que gozan los empleos para toda la vida. "Se han presentado" hay que entenderlo en el sentido literal de personado o desplazado hasta el BEC de Barakaldo, lugar elegido para los exámenes. Que la gente acuda masivamente a una oferta de empleo público me resulta mucho más fácil de entender que el diseño espacial de una convocatoria que obliga a 70.000 personas a desplazarse al mismo punto durante uno de los puentes más atacados por el tráfico del año, en unas carreteras como las nuestras además que no necesitan nada para colapsarse, que se conforman con cualquier día corriente. Hoy que puedes visitar un museo en Helsinki, verte con alguien en la Patagonia o comprarte un telescopio en Hong Kong sin moverte de tu casa; hoy que puedes hacer la declaración de la renta o infinidad de consultas profesionales a través de Internet; en estos tiempos que aconsejan la cordura en los desplazamientos y el ahorro energético, el sentido de una movilización tan monstruosa -me digo- no puede limitarse al objeto expreso de su convocatoria (cubrir las plazas), tiene que ir más allá.

Lo que me devuelve a la impresión inicial de la instalación artística, de una obra diseñada por los responsables de Osakidetza mayormente para ser contemplada, incluso admirada en su propia y colosal representación. La manera en que esta oposición se ha presentado a/en la prensa me parece muy significativa. Poco o nada nos han contado del contenido de los exámenes (en teoría, la pieza clave); tímida o escasamente nos han acercado a la dimensión humana del asunto (perfil, opiniones o motivaciones de los aspirantes); en cambio los aspectos formales del espectáculo se nos han relatado con brío y lujo de detalles: que si las caravanas de coches y los 50.000 metros cuadrados de superficie, que si cuatro toneladas de papel (viva el consumo ecológico), que si kilómetros y kilómetros de mesas o de cinta-frontera blanca y roja.

La comunicación del evento se ha centrado en la forma, como si esa oposición fuera una obra de arte, cuya expresividad empieza en superficie, desde la piel. Como si Osakidetza quisiera con esa instalación del BEC subrayar precisamente la dimensión artística de su oferta de empleo (y por lo tanto de su gestión). Como si quisiera invitarnos o inducirnos a considerar una forma pública de arte o una obra de arte público, la creación de golpe de más de cuatro mil puestos de trabajo para toda la vida, en un entorno laboral marcado por la temporalidad, la precariedad o la incertidumbre (en Euskadi, más del 90% de los contratos que se firman son temporales; y así trabaja un tercio de los asalariados o dos tercios si hablamos de menores de 25 años).

No me ha gustado la estética de esa instalación del BEC: ni la locura de desplazamientos ni el derroche escénico. Pero tampoco me convence ya su fondo conceptual: la consolidación de fortalezas de trabajo vitalicio en mitad de un incierto y precario paisaje laboral. La conversión de este puente de diciembre en otro puente; un puente levadizo que, una vez que han cruzado los 4.366 hasta el castillo del empleo, se eleva sobre el foso.

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