Un informe que sirve a Estados Unidos, pero no a los iraquíes
Políticos de Irak creen que el Grupo de Estudios ignora la violenta realidad del país
Las recetas del Grupo de Estudios sobre Irak (ISG, en sus siglas en inglés) descansan en la habilidad de un frágil Gobierno iraquí para alcanzar la reconciliación nacional y aumentar la seguridad en un momento en el que el país se encuentra roto por líneas sectarias y cuyas fuerzas de seguridad, ineficaces y con visiones enfrentadas, pueden llevar al colapso al Estado iraquí, aseguraron ayer políticos y analistas iraquíes.
Según esta perspectiva, el informe elaborado por el grupo encabezado por el republicano James Baker y el demócrata Lee Hamilton, basado en amenazas e incentivos, ni se enfrenta ni comprende las complejas fuerzas que mueven a las partes que se enfrentan en Irak. Los iraquíes también expresaron sus temores de que el informe, que recomienda la retirada de las tropas de combate a partir del año 2008, podría debilitar más todavía al Gobierno central de un país que se mueve en el filo de la guerra civil.
"Es un informe para resolver los problemas de Estados Unidos, no para resolver los problemas de los iraquíes", dijo Ayad al Sammarai, un influyente político suní. El documento llega en un momento crucial para el Gobierno iraquí. Políticos suníes y chiíes han sido secuestrados o asesinados en las últimas semanas, mientras que ministerios enteros están bajo control de facciones sectarias, que cuentan con sus propias milicias.
Diplomáticos estadounidenses han exigido al Gobierno iraquí que ponga en marcha un proceso de reconciliación nacional, destinado a dar un mayor papel a los suníes, pero la Administración, dominada por los chiíes, se niega. No está claro si una mayor presión al Gobierno iraquí, que ha sido exigida por el ISG, llevaría a los líderes chiíes a aceptar un mayor reparto del poder con los suníes.
Las divisiones y desconfianzas dentro de un Gobierno extremadamente débil son tan profundas que no está claro si las recomendaciones del informe -presión diplomática por parte de poderes exteriores y la puesta en marcha de un Ejército iraquí sólido- pueden ser efectivas o, al contrario, profundizarían los enfrentamientos sectarios. "El principal obstáculo es el Gobierno iraquí", asegura Wamidh Nadhmi, un analista político en Bagdad. "El informe Baker-Hamilton insiste en la reconciliación nacional. Pero esto no se ha logrado, sólo en la propaganda". Desde hace meses, EE UU ha presionado infructuosamente al Gobierno de Nuri al Maliki para que frene los enfrentamientos sectarios y la corrupción. El informe sugiere que Washington retire el apoyo al Ejecutivo iraquí si no lo hace.
Para algunos analistas iraquíes, el informe ignora las ambiciones, rivalidades y debilidades del Gobierno iraquí. Los suníes todavía buscan una voz política, mientras que los chiíes están divididos en diferentes facciones. También los analistas han considerado increíble que el informe sugiera que los comandos de la policía pasen del Ministerio del Interior, dominado por milicias chiíes e infiltrado por los escuadrones de la muerte, al Ministerio de Defensa, dominado por los suníes.
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