Niño y Pistola destapan en Santiago su pop acústico

El gesto de Niño y Pistola reside en no utilizar guitarras eléctricas. Que aún así elaboren pop altamente energético sólo significa que una instrumentación acústica puede superar en intensidad a la mediocridad electrificada de la mayoría. El inusitado nivel de las composiciones de Niño y Pistola no hace sino contribuir a la perfección melódica a la que aspira el cuarteto de Baiona. Claro que su brújula sonora se encuentra bien orientada. De los Beatles a Neil Young, la banda gallega se apoya en preciosas armonías vocales, siempre cantadas en inglés, y en un minucioso trenzado de guitarras.

Poco importa que en la presentación compostelana el pasado miércoles de su disco Como un maldito guisante el público de la Sala Nasa asistiera en realidad al reclamo de The Ellas, el divertimento rockero del actor Luis Tosar y el músico Piti Sanz que cerró la velada. O que la sutileza desenchufada de Niño y Pistola necesite un espacio con más matices sonoros que el local santiagués. Porque los tres cuartos de hora de actuación de Niño y Pistola evidenciaron quienes constituían el verdadero cabeza de cartel y donde habita uno de los secretos mejor guardado del pop galaico.

Entre el "buenas noches Getafe" seguido de la versión de una antigua tonada de Neil Young -I've been waiting for you, del primer LP del canadiense- con la que los del Val Miñor abrieron su noche, y el célebre, apoteósico, Dancing Queen de ABBA en los bises, Niño y Pistola desgranaron su CD de debú casi al completo.La compenetración matemática de la banda les permitió no enredar en discursos superfluos y disparar los temas con continuidad y rapidez punk. Cercanos a algo que se podría denominar power pop acústico, los cuatro de Baiona evitaron la bulimia sónica y dejaron las canciones reducidas a lo esencial. Aquello, exactamente, que ignora gran parte de la sobreproducida música pop actual.