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El príncipe de Gales promociona la 'vida verde'

Carlos ha ordenado cambios radicales en sus residencias familiares, actividades personales y compromisos oficiales

El príncipe de Gales quiere proteger el medio ambiente y demostrar que es posible liderar una vida verde. Ha ordenado cambios radicales en sus residencias familiares, sus actividades personales y compromisos oficiales. En los viajes domésticos e internacionales, el heredero de la corona británica desea recortar su dependencia de los altamente contaminantes aviones y helicópteros privados. Siempre que sea "apropiado", viajará a partir de ahora en vuelo regular como la mayoría de los británicos. Intentará también desplazarse por ferrocarril por tierras del Reino Unido pese a que el tren real pasó a la historia hace años.

El nuevo estilo de vida de Carlos incluye también modificaciones en su flota de automóviles. La semana próxima le harán entrega de modelos Jaguar que funcionan con biodiesel, el más verde de los carburantes en el mercado. La bicicleta, el metro o el autobús son otros medios populares de transporte que, al menos de momento, ha descartado.

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Carlos pasará probablemente a la historia como el Príncipe ecologista. Sus tres residencias -Clarence House, en Londres; Highgrove, en el condado de Gloucestershire; y Birkhall, en Escocia- están en proceso de conversión a energías no contaminantes. Quiere reducir la emisión de dióxido de carbono y evitar daños innecesarios al medio ambiente. Los nuevos arreglos se extienden a los hábitos de su entorno familiar -su esposa Camila y sus hijos, Guillermo y Enrique- y de su séquito de empleados, por encima del centenar de personas. El príncipe de Gales sentará ejemplo también en la esfera profesional. Ha lanzado esta semana una iniciativa, Accounting for Sustainability (Responsabilidad a favor de la actividad sostenible), enfocada a contabilizar el impacto medioambiental de la industria y los negocios. Su propia empresa, Duchy Original, que produce alimentos orgánicos, evaluará el volumen de gases con efecto invernadero que emite a la atmósfera.

"Este tipo de costes no aparece ahora en ningún libro de contabilidad", advirtió Carlos en un discurso ante 200 líderes de la industria, las finanzas y la política, además de organizaciones de voluntariado y comunidades religiosas. "Pero son reales, y, en relativamente poco tiempo, el daño que pueden causar ya no tendrán quizá remedio", dijo.

En su intervención en Clarence House, Carlos lanzó una serie de cuestiones a su audiencia: "¿Cuántos recursos naturales críticos nos quedan? ¿Cuántas millas de nuestra capa de hielo polar han contribuido nuestros negocios a derretir? ¿Cuántos centímetros se ha elevado el nivel del mar? ¿Cuántas especies hemos puesto en peligro? ¿Cuántas casas se han inundado, cuánta gente morirá de sed y hambre debido a nuestras actividades?". Y puntualizó: "No son preguntas cómodas, pero, por Dios, hay que contestarlas".

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