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Crónica:
Crónica
Texto informativo con interpretación

Leo Franco hunde al Betis

El guardameta argentino del Atlético paró dos penaltis y evitó la reacción de los verdiblancos al gol de Galletti

El Betis se hunde sin remedio. Ayer perdió frente al Atlético en su estadio en un encuentro marcado de nuevo por situaciones anormales, de esas que sólamente le pasan al equipo bético. En esta ocasión, no le marcaron en el descuento ni estrelló media docena de balones en los palos. Ayer, Leo Franco le paró dos penaltis. Y puede que el portero argentino le hiciera algo más al equipo verdiblanco, pues lo más probable es que esta derrota sea lo último de Irureta en la entidad de Heliópolis.

El pitido inicial fue en realidad un pistoletazo de salida. En los diez primeros minutos del encuentro se vivió a velocidad realmente vertiginosa. Le fue mejor al Atlético que en ese lapso de tiempo forzó seis saques de esquina y dispuso de tres oportunidades (medianas) de marcar el primer gol. Lo mejor para enfrentarse a un equipo agobiado por los problemas es crearle otro lo antes posible. El equipo de Javier Aguirre salió dispuesto a solucionar por la vía rápida. La pelota viajaba hacía la portería bética con pulso eléctrico. Varias internadas de Galletti y de Torres y un disparo cruzado del volante argentino llenaron de miedo a la parroquia verdiblanca, indesmayable, pero ya bastante escamada con el quehacer de los suyos.

El tanto desarboló al equipo de Irureta, que empezó a ver fantasmas y apariciones por el césped

Lo que pasa es que lo de la rapidez, no tiene por qué, pero suele significar apresuramiento. El temprano dominio de Atlético en el partido probablemente no se tradujo en goles precisamente por eso. Y es que el balón no pasaba por el centro del campo, lo atravesaba. Ambos conjuntos apostaron por alejar el balón de sus respectivas áreas al precio que fuera. En el caso del Atlético, este ir y venir llevó a remates fallidos -fue especialmente curioso ver a Agüero llevarse una pelota por alto ante Rivas-, mientras que a los béticos les llevaba a quedarse en fuera de juego regularmente.

Hasta el gol vino en jugada con más celeridad que juego. El balón llegó a Maniche a pocos metros de la esquina izquierda del área verdiblanca, éste le pegó una patada, porque chutar lo que se dice chutar es algo más sutil, Agüero lo tocó y el rechace le cayó a Galletti que empalmó con todo el alma y superó a Contreras.

El gol desarboló al Betis, equipo emocional por excelencia, que empezó a ver fantasmas y demás apariciones por el césped. Y es que hasta el tanto de Galletti, los verdiblancos habían logrado contener el aluvión rojiblanco e incluso habían creado un cierto peligro. Sobis y Edu cabecearon dos balones colgados al área a saque de un córner y de un lanzamiento de falta de Assunção.

Fernando Torres había comenzado con relevancia el encuentro, cuando dirigió un par de centelleantes contraataques. Sin embargo, este tipo de juego tan despendolado le había dejado algo fuera de sitio, no tanto como a Agüero, pero sí limitado a una sola de sus características futbolísticas: la atlética. Cuando moría la primera mitad, sin embargo, el delantero tuvo un par de ocasiones ante la portería bética.

La segunda mitad fue bastante distinta. Tampoco se tejió el fútbol. No por la elevada celeridad, sino simplemente porque el Atlético decidió darle la pelota a los verdiblancos y dedicarse a intentar desbaratar lo que pretendieran hacer con ella.

Para el Betis la pelota no es un precisamente un amigo en estos momentos. Y lo de ayer, la verdad es que fue para creer en brujas. En el minuto 50, Sobis fue zancallideado claramente en el área. Y ahí comenzó lo inexplicable. El árbitro pitó penalti y Edu lo tiró. Leo Franco paró el disparo y, además tuvo tiempo de colocarse para repeler también el remate del rechace que hizo Juanito.

El repliegue de los atléticos había propiciados un control, mentirosillo, de los béticos sobre el ritmo del partido. Aguirre aprovechó para quitar del campo a Agüero, que no fue más que el aperitivo de la exhibición de racanería que supuso la posterior sustitución de Torres. Arriesgaba el mexicano a la baja sin haber resuelto el partido aún. Pero el Betis se empeñó en darle la razón.

El árbitro vio penalti en la disputa de un balón en salto, en el que por no haber casi no hubo ni roce. Fernando, un especialista en el tiro de penas máximas, cogió la pelota la puso sobre el punto de cal y disparó. Leo Franco paró otra vez.y el rechace lo cabeceó fuera el propio Fernando. Para creer en brujas.

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