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Columna
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"¡Vuelve al teatro!": ¿es una orden?

Quien cruza estos días por calles como Cea Bermúdez, Doctor Esquerdo -que debe su nombre al fundador de un hospital psiquiátrico en Carabanchel-, Génova, Sagasta, Pintor Rosales o Velázquez, se topa con una campaña municipal de apoyo al teatro privado. Por segundo año consecutivo, el Área de las Artes del Ayuntamiento de Madrid, que dirige la concejal Alicia Moreno, se lanzó al ruedo con una campaña que intenta llevar a la gente al teatro. La anterior campaña fue un éxito. Y esta nueva campaña seguirá la estela marina de la anterior ateniéndose al rumbo marcado por Antonio Machado en dos célebres versos: "Caminante, no hay camino, / sino estelas en la mar".

A través de casi 2.000 banderolas en las calles y de cuñas publicitarias en prensa y radio, el Ayuntamiento nos encamina hacia un total de 20 teatros privados con un aforo superior a 300 localidades. Es, pues, un buen momento para someterse a un test de cultura teatral y hacerse ese tipo de preguntas a las que, como sabia en letras, la poetisa gallega Yolanda Castaño, que acaba de recitar sus poemas en Getafe -un municipio cuyo Ayuntamiento tanto apoya la literatura-, da respuesta en el programa Cifras y letras. El programa lo presenta el humorista Paco Lodeiro en la Televisión de Galicia. Pregunta Lodeiro: ¿Sabía usted que San Pol, Príncipe, Gran Vía, Lara y Movistar son nombres de teatros madrileños? Y, dado que no sabría usted encontrar estos teatros en el callejero madrileño, ¿podría decirme si ha asistido alguna vez a una representación en los teatros Bellas Artes, Amaya, Coliseum, Calderón o Nuevo Apolo? Y ya embalados en la fiebre de las preguntas culturales que hace también el incombustible Jordi Hurtado en Saber y ganar que emite La 2, ¿quién podría resistir la tentación de preguntar por qué el dramaturgo madrileño don Pedro Calderón de la Barca ha tenido tanto éxito en Alemania mientras que aquí el público, antes se deja amputar un menisco, que asistir a una representación de La vida es sueño? Y, por cierto, que la vida es sueño lo comprueba, e incluso al volante, cualquiera que se pegue un pastillazo, recetado -o no- por su médico.

Mientras un mensajero nos trae las respuestas de Guadalix de la Sierra, donde está el cuartel general de Gran Hermano, demos un repasito a los lemas inscritos en las banderolas. Primer lema: "¿Has ido alguna vez al teatro?". Y me respondo con un candor que espero que algún día me premie el arzobispado de La Abadía: "Sí". En La Abadía José Luis Gómez, Nuria Espert y Lluís Homar dan un recital del más alto arte en Play Strindberg, de Dürrenmatt. "Pues tienes que volver" sigo leyendo en la banderola municipal que a quien le guste recibir órdenes debe animar mucho a asistir en el teatro Marquina a la representación de El método, tan bien publicitado.

Y un título como El método nos evoca al instante a Santiago Ramón y Cajal, el maestro de suprema metodología, a quien en estos momentos se honra con una extraordinaria exposición en el Museo Nacional de Ciencias Naturales, a dos pasos de la glorieta del Doctor Marañón. Se han cumplido recientemente los 100 años de la fiesta sueca en que Ramón y Cajal recibió el Premio Nobel de Medicina, compartido con otro colega italiano. Es, pues, un buen momento para recordar esas Reglas y consejos sobre investigación científica, el libro de Ramón y Cajal que deberían leer todos los profesores de colegios, institutos y universidades para recomendarlo con entusiasmo a sus alumnos. El fracaso escolar de tantísimos alumnos de nuestra querida Comunidad de Madrid -y, por extensión, de las restantes comunidades autónomas-, entre otras causas, tiene su raíz en los catastróficos métodos de trabajo. Y, ay, en algunos terroríficos libros de texto.

En la calle de Velázquez donde leo el lema de las banderolas recibo una orden militar que no encajo del todo mal porque, en los últimos 25 años, ha mejorado mucho la imagen del Ejército: "¡Vuelve al teatro!". Me someto -aunque no sin alguna dificultad- a acatar esta orden y comienzo por darme una vuelta por la librería La Avispa, de la calle de San Mateo, especializada en teatro, donde, el lunes pasado, se presentaron 14 libros del ramo, publicados por Ñaque Editora. De esta fantástica remesa teatral, vayan aquí tres espléndidos títulos: Contratiempoymarea (sic), de Sonia Madrid, La estación de nadie... y otras piezas, de Manuel Muñoz Hidalgo, y El poeta cautivo -una obra de extrema incorrección política centrada en Lorca-, de María Luna.

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