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Crítica:
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

El dualismo de Anguita

Antonio Elorza

Bajo el título de El tiempo y la memoria, Julio Anguita nos presenta su autobiografía, escrita con la colaboración del periodista Rafael Martínez Simancas. El texto se centra en su actuación política, por lo demás bien conocida del público en sus momentos más significativos, desde su acceso a la alcaldía de Córdoba hasta su renuncia a seguir siendo líder de Izquierda Unida.

Es un relato escrito con flui

EL TIEMPO Y LA MEMORIA

Julio Anguita y Rafael Martínez Simancas

La Esfera. Madrid, 2006

302 páginas. 24 euros

dez que, sin embargo, poco añade a la visión histórica que ya tenemos de esas dos décadas. Su importancia reside sobre todo en la información que proporciona sobre la personalidad de un autor que en cuanto llega a un punto crítico se centra en el objetivo de la autojustificación. En El tiempo y la memoria encontramos una vez más al Anguita seguro de sí mismo, dispuesto a confirmar siempre la justeza de las propias decisiones desde un mecanismo mental de discriminación binaria, que expulsa literalmente los argumentos y las posiciones del otro. Anguita es, en todo momento, el protagonista y los demás personajes que salen a escena son sólo sombras que le acompañan fugazmente. La información proporcionada es, como consecuencia mínima, en torno a figuras y momentos clave en la trayectoria de la izquierda durante esos años, salvo que él quiera remachar su propio acierto (caso del enfrentamiento con Santiago Carrillo) o descalificar, que lo hace con gusto y reiteración, sobre todo contra quienes iniciaron a partir del PCE una evolución hacia el socialismo democrático. Para lo primero, a veces gasta páginas eludiendo lo esencial: la acusación de "pinza" con el PP contra el PSOE no tuvo como base una alianza con los conservadores, sino comportamientos sectarios como el de las elecciones de 1995 que entregó presidencias de comunidad y alcaldías importantes al PP al rechazar lo que en Francia se llama "disciplina republicana" entre IU y PSOE. En su carga contra la prensa, es ocurrente la analogía entre los niveles de la profesión periodística y las castas del hinduismo, lo mismo que antes el juego de palabras con que encubre el significado de sus "dos orillas" -"estar" en la misma orilla PSOE y PP, no es "ser" la misma orilla-, pero hubiera sido más útil profundizar en ver quiénes le criticaban, quiénes elogiaban su "coherencia" y con qué argumentos.

A lo largo de las páginas del libro, y singularmente en el capítulo donde confirma su identidad comunista, Anguita pone de manifiesto una de sus principales limitaciones: su culto a una política marxista ejecutada con intransigencia y rigor descansa sobre bases muy débiles. Su dualismo tiene poco que ver con la metodología de Marx, que reduce a una suma de "principios" (sic) y esquemas simplificadores de la realidad social y política. La apelación a los teóricos del marxismo, como Rosa de Luxemburgo (sic) o Gramsci, es de pura superficie, cuando no de caricatura, en el caso del segundo. Así puede seguir proclamándose comunista, sin la menor revisión crítica de lo que representaron Lenin, el estalinismo, y otras ramas del mismo árbol. Con reseñar los males del capitalismo y ser firme en "la alternativa" basta. Es la ventaja de encontrarse tan satisfecho consigo mismo. Tal vez el mejor autorretrato en El tiempo y la memoria, lo proporcione el episodio en que de niño ve pasar a Franco: "¡Si Franco llega a saber en lo que se convierte ese niño!", comenta el Julio Anguita de hoy, "¿habría dejado pasar la ocasión de rendir homenaje a Herodes?". Nada hay que añadir.

Para terminar, advirtamos

que no es la de Anguita la única vida de comunista que ha visto recientemente la luz. Dos jóvenes historiadores, Norberto Ibáñez y José Antonio Pérez publicaron Ramón Ormazábal. Biografía de un comunista vasco (Latorre), sobre aquel dirigente del PC de Euskadi en los años heroicos al que cabía aplicar lo que él dijera de Facundo Perezagua: fue "flexible como una barra de hierro". Y acaban de salir las memorias del hoy nonagenario José Sandoval, Una larga caminata (Muñoz Moya-FIM), en cuyas páginas cabe entrever la mezcla de entrega ilimitada al partido y de tolerancia que caracterizaron su personalidad política.

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