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El viaje más difícil del Papa

El Papa respalda la entrada de Turquía en la UE

Ratzinger se entrevista con el primer ministro Erdogan en el aeropuerto de Ankara

Enric González

El papa Benedicto XVI, que siempre se había declarado contrario al ingreso de Turquía en la UE, matizó ayer su posición. Durante su encuentro de 25 minutos con el primer ministro turco, Recep Tayyip Erdogan, el Papa respaldó "el camino de diálogo, acercamiento e integración en Europa, sobre la base de valores y principios comunes". Fue un aval para Erdogan, que sólo en el último momento hizo un hueco en su agenda para recibir al Pontífice en el aeropuerto de Ankara. La primera jornada del Papa en Turquía fue intensa y de alto contenido político.

Catolicismo e islam están "llamados a trabajar juntos", dijo el pontífice

Incluso su reunión con la máxima autoridad religiosa del país, Alí Bardakoglu, director general de Asuntos Religiosos (un cargo administrativo que implica la condición de gran muftí nacional), estuvo cargada de política: las relaciones entre cristianos y musulmanes son hoy un factor geoestratégico de gran relevancia. Bardakoglu, muy cordial en las formas, no se privó de criticar, sin citarla, la polémica lección magistral pronunciada por Benedicto XVI en Ratisbona el pasado mes de septiembre. El Papa se ciñó a la directriz fundamental de su viaje: catolicismo e islam estaban, dijo, "llamados a trabajar juntos" y a dialogar "como amigos". Joseph Ratzinger no dejó de proclamar que su propósito en Turquía era "la reconciliación" entre religiones.

El primer ministro Erdogan, que durante meses insistió en que no podría recibir a Benedicto XVI porque tenía que acudir a la cumbre de la OTAN en Riga, cambió de idea en el último momento. Quizá el relativo fracaso de la manifestación de rechazo al Papa desarrollada el domingo en Estambul le animó a retrasar su vuelo a Riga. Erdogan, en cualquier caso, recibió al Pontífice romano junto a la escalerilla del avión y se entrevistó con él, durante 25 minutos, en una sala del mismo aeropuerto.

Erdogan, islamista moderado, proclamó ante el Papa que la religión musulmana era amante de la paz. E hizo una calurosa defensa de la Alianza de Civilizaciones patrocinada por él mismo y por el presidente del Gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero. El encuentro se desarrolló a puerta cerrada, pero el padre Federico Lombardi, portavoz oficioso del Vaticano, comentó después que Joseph Ratzinger había "expresado aprecio" por la iniciativa de Erdogan y Zapatero.

Cuando surgió la cuestión europea, Benedicto XVI protagonizó la sorpresa de la jornada. Siempre se había declarado contrario al ingreso de Turquía en la UE. La última vez, en julio de 2004, en una entrevista al diario francés Le Figaro. Para Ratzinger, Turquía forjó su identidad en oposición a los principios de la civilización europea, y eso la hacía incompatible con la UE. Ayer dejó de lado, aparentemente, sus opiniones personales. Y respaldó los esfuerzos turcos por proseguir en la vía de la integración.

El padre Lombardi explicó después el sentido de las palabras del Papa ante Erdogan: "La Santa Sede no tiene ni el poder ni el deber específico, político, para intervenir sobre el punto concreto del ingreso de Turquía en la UE. Sin embargo", siguió el portavoz oficioso, "ve positivamente y anima el camino de diálogo, de acercamiento y de inserción en Europa, sobre la base de principios y valores comunes".

Uno de esos valores comunes, y Benedicto XVI insistió sobre ello durante toda la jornada, debía ser el respeto a la libertad religiosa. Tanto en su reunión con el director general de Asuntos Religiosos como en la recepción al cuerpo diplomático acreditado en Ankara, el último acto del día, el Papa reclamó que fueran respetados los derechos de la pequeña minoría católica en Turquía. Y recordó que la Constitución turca, inspirada en la francesa, reconocía a todos los ciudadanos "el derecho a la libertad de culto y a la libertad de conciencia". Los católicos, unos pocos miles, y los cristianos en general, dicen sentirse oprimidos en Turquía, donde casi el 99% de la población es musulmana.

Ante los embajadores, Benedicto XVI dijo también que las religiones debían renunciar al poder político y, sobre todo, al ejercicio de la violencia. Su frase fue como el eco de una respuesta al discurso pronunciado un par de horas antes por el líder religioso Alí Bardakoglu. Tras su encuentro con el Papa, Bardakoglu, que nunca llegó a aceptar las explicaciones del Pontífice sobre su discurso en Ratisbona, volvió sobre el tema para lamentar "el auge de la islamofobia". No citó Ratisbona, pero criticó las "opiniones" que señalaban al islam como "una religión que contiene y fomenta violencia, que se extendió por la espada, que hace de los musulmanes potencialmente violentos". "Todos los miembros del islam", proclamó, "lamentan esas acusaciones, que no se basan en hechos científicos ni históricos".

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