Federalista e impulsor de la nueva financiación
De Antoni Castells (Barcelona, 1950) se conocen algunas de sus pasiones. En lo personal, el Barça y ciertas veleidades artísticas, materializadas en un puñado de letras para las canciones primerizas de Lluís Llach. En lo profesional, la Hacienda pública autonómica y local desde su silla de catedrático de la Universidad de Barcelona. Y en lo político, una larga trayectoria que empieza en Bandera Roja, con un perfil inequívocamente catalanista forjado desde la militancia antifranquista.
Su trayectoria profesional está imbricada con algunas de las pasiones descritas, básicamente la economía y la res pública. Trabajó en el servicio de estudios de la extinta Banca Catalana, en la Sindicatura de Cuentas y en la comisión mixta de valoraciones Estado-Generalitat antes de ser diputado en el Parlament (entre 1992 y 1994) y miembro español del Tribunal de Cuentas Europeo, en Luxemburgo (hasta 2000).
Fue el entonces ministro de Economía socialista, Pedro Solbes, quien le envió a ese último destino. Y con Solbes tendrá que verse las caras en los próximos meses, en las negociaciones de la nueva financiación autonómica, que se presumen complicadas.
Meticuloso, serio -a veces incluso algo severo- y excelente negociador, Castells se ha ganado como consejero, en los tres últimos años, el aplauso de los empresarios y los sindicatos, ha saneado las finanzas de la Generalitat y ha puesto los mimbres de la nueva financiación autonómica. De paso, ha pactado con las cajas una nueva ley que alarga dos años el mandato de los consejeros y presidentes, entre otros el del de La Caixa, Ricard Fornesa.
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