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Crónica:LA CRÓNICA
Crónica
Texto informativo con interpretación

Cambio de opinión

La inesperada decisión del Ayuntamiento de Alicante de oponerse a la instalación de una planta de biodiésel en el puerto sorprendió el pasado miércoles a todo el mundo. Hasta ese momento, nada permitía imaginar que la resolución pudiera producirse. La planta de biodiésel se había convertido, en las últimas semanas, en un tema controvertido. Prácticamente, no pasaba día sin que los periódicos trajeran alguna noticia, o publicaran una u otra carta de los lectores sobre el asunto. Desde el momento en que se conoció el interés del puerto por acogerla, los vecinos de las zonas próximas al lugar donde habría de establecerse mostraron su oposición, por considerarla peligrosa. Las autoridades -con el alcalde a la cabeza- defendieron el proyecto que juzgaban provechoso para Alicante.

Definir qué es lo provechoso para Alicante tiene su dificultad. A lo largo del tiempo, los alicantinos han visto realizarse decenas de proyectos de los que se aseguraba su gran utilidad para la población sin que todavía se conozca, al día de hoy, en qué consistía la misma. Personas beneficiadas sí las hubo, desde luego, pero su número fue siempre bastante reducido, por lo que difícilmente se podría hablar de un interés mayoritario.

El anterior presidente de la junta del puerto de Alicante, don Ángel Cuesta -un socialista, por cierto-, aseguró que convertir la dársena en un estacionamiento de barcos deportivos reportaría un extraordinario beneficio a la ciudad. Se construyó el estacionamiento y ya hemos visto en qué quedó la cosa. El alicantino, que es persona objetiva, juzgará si la imagen que hoy ofrece la dársena es o no es superior a la que ofrecía tiempo atrás, antes de las obras. ¿Hemos ganado los ciudadanos con ese cambio?

Y es que en estas cuestiones, todo depende de a quién formulemos la pregunta. Por ejemplo, si interrogamos a un empresario como el señor Fernández Valenzuela, presidente de la Cámara de Comercio, es probable que se mostrase a favor de la planta. En cambio, la opinión de quienes viven en las proximidades de donde habría de construirse era muy diferente. El lector reconocerá lo difícil que resulta situar el interés ciudadano.

El martes pasado se publicaba en la prensa un artículo, firmado por tres arquitectos, profesores de la Politécnica de Valencia, que ofrecía un nuevo punto de vista sobre la cuestión. El escrito era una amplia reflexión sobre la conveniencia de instalar la planta de biodiésel en el puerto y las repercusiones que el hecho tendría para la ciudad. No se oponen los arquitectos a que se construya la planta, pero consideran que el lugar elegido no es el más adecuado. Entre otras cosas, se preguntan si una construcción de 25 metros de altura, con nueve depósitos de biodiésel -entre 16 y 20 metros de altura cada uno de ellos- forma parte del urbanismo más favorable para Alicante.

La pregunta de los arquitectos no ha tenido respuesta por el momento, ni es previsible que la vaya a tener. Estos detalles estéticos tienen una escasa relevancia en la política municipal alicantina. En cambio, sí hemos sabido que el Ayuntamiento es contrario a la instalación. La decisión, como ya he dicho en esta crónica, ha sorprendido y con razón, pues hace sólo unos días el alcalde afirmaba que la instalación de la planta era "muy positiva". Ahora, habrá que pedir informes a varias consejerías antes de tomar una decisión definitiva. Estos procesos, como el lector comprenderá, son largos, incluso muy largos en ocasiones. Confiemos en que no se demoren demasiado y los alicantinos puedan conocer la decisión definitiva antes de las próximas elecciones.

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