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La OTAN se prepara contra las armas de destrucción masiva

La Alianza diseña un plan para combatir el terrorismo del futuro

Terrorismo y armas de destrucción masiva son las amenazas a las que debe hacer frente la OTAN, según las Directrices Políticas Globales que los jefes de Estado y de Gobierno de la Alianza aprobarán la próxima semana en la cumbre de Riga. El debate sobre la transformación de la OTAN para adaptarse a esos desafíos iba a ser el tema estelar de la cita, pero ha quedado eclipsado por las dificultades, mayores de lo previsto, encontradas por los soldados aliados en Afganistán.

Las directrices políticas quedan recogidas en un documento de cinco páginas que reclama el establecimiento de fuerzas equilibradas, flexibles y ágiles para hacer frente en el futuro a un número creciente de operaciones de pequeño tamaño.

Ya en la reunión de junio, los ministros de Defensa aliados reconocieron la necesidad de adaptar la Alianza para hacer frente simultáneamente a dos situaciones graves y cuatro pequeñas. "Riga es la confirmación de esa línea por los presidentes y primeros ministros aliados", comentó ayer una fuente aliada. "Terrorismo y armas de destrucción masiva son las amenazas que se identifican para los próximos diez o quince años".

Jaap de Hoop Scheffer, el secretario general, subraya que la novedad de las directrices es que van a quedar reflejadas negro sobre blanco. "Una cosa es discutir [como se ha venido haciendo] y otra escribirlo y por eso son importantes", dice.

Afganistán, el modo de seguir adelante en la estabilización del país como póliza de seguro para Occidente y la discusión sobre las restricciones que la mayoría de los 37 países implicados (incluidos los 26 de la OTAN) ponen al uso de sus tropas en la lucha contra los talibanes será el tema central de la cena del martes de los líderes aliados. En la alianza tratan de poner buena cara al contratiempo de que las directrices sobre el futuro hayan pasado a un segundo plano y señalan que precisamente Afganistán pone de manifiesto lo acertado de las previsiones del nuevo documento.

"Se definen como prioridades el desarrollar fuerzas expedicionarias conjuntas capaces de ser transportadas a larga distancia y sostenidas en el tiempo", comenta una fuente aliada. "Se trata de que la Alianza siga siendo creíble y efectiva en el siglo XXI". Afganistán es la primera prueba de la credibilidad de esa OTAN que busca adaptarse a los nuevos desafíos. Aunque en Bruselas se insiste en que hay más luces que sombras en la operación en el país asiático, los aliados no terminan de implicarse tanto como Scheffer y los generales quisieran. El secretario general desgrana los avances políticos, económicos y sociales logrados por la sociedad afgana tras la liberación del yugo talibán, difíciles de contrastar de forma independiente, pero el hecho es que los soldados aliados encuentran más resistencia de la esperada y que la efectividad de ISAF (Fuerza Internacional de Asistencia a la Seguridad, dirigida por la OTAN con mandato de Naciones Unidas) se ve limitada por las restricciones de los Gobiernos al empleo de sus soldados.

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