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Zapatero y Sócrates tratan de desbloquear los proyectos pendientes entre España y Portugal

La gran sintonía política tiene escaso impacto en las interconexiones entre ambos países

El presidente del Gobierno, José Luís Rodríguez Zapatero, y el primer ministro luso, José Sócrates, inauguraron ayer una nueva cumbre hispano-portuguesa, la número 22, que se plantea como una repetición de lo visto en años anteriores, en la medida en que los grandes proyectos de interconexión entre los dos países tienen pocas posibilidades de recibir un impulso significativo, aunque los líderes lo quieran. Sus relaciones son excelentes, hay una gran sintonía, pero la economía impone sus realidades y limita la realización de las grandes ideas.

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Hace un año, Zapatero y Sócrates trazaron en Évora una "nueva agenda" acorde con el nuevo espíritu que sus dos gobiernos socialistas pretendían dar al entramado de relaciones, ya excelentes, desarrollado por los dos países ibéricos desde su ingreso en la UE. Volcaron el futuro en la cooperación científica y tecnológica, al tiempo que aparcaron hasta 2013 el proyecto del AVE Madrid-Lisboa, programado para 2010, y dejaron en barbecho otros tramos de ferrocarril que Portugal tampoco puede encajar en sus presupuestos. Zapatero vino a decir que ya era hora de dejar el futuro de las relaciones libre de estas pequeñas cosas concretas.

Para hoy, se anuncia la firma del estatuto jurídico del Instituto Ibérico de Investigación y Desarrollo de Braga, el faro tecnológico iluminador del futuro que se constituyó en Évora, y al que, durante el año transcurrido, el ayuntamiento braguense parece haber localizado ya un terreno para su sede.

Por lo demás, se esperan pocas novedades. Está previsto que comiencen la construcción de un puente sobre el río Támega, que tendría efectos positivos para el tráfico entre Verín y Chaves. Es probable incluso que Portugal empiece a presupuestar este año las obras de una estación de la principal línea del AVE para que no peligren las ayudas comunitarias.

El grueso de las interconexiones imprescindibles para dar a la península una vitalidad que hoy se derrocha en vías muertas y carreteras azarosas seguirán donde están. Se decía ayer que el presidente de Castilla y León, el popular Juan Vicente Herrera, no estaba en Badajoz porque no se iba a hablar del AVE Salamanca-Évora. Tampoco acudió a la cita el presidente andaluz, Manuel Chaves, por problemas de agenda, pero sí lo hicieron el gallego, Emilio Pérez Touriño, y, por supuesto, Juan Carlos Rodríguez Ibarra, presidente de Extremadura y el secretario provincial del PSOE de Jaén, Gaspar Zarrías.

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No se esperaban avances en el Mercado Ibérico de la Electricidad (MIBEL), el otro gran tema pendiente, que debería haber entrado en vigor en 2004. Pese a las promesas de hace un año, no se ha constituido el organismo regulador que debería ordenar el mercado. El único logro de 2005 ha sido la entrada en funcionamiento de sendas bolsas, en Portugal y en España, cuya viabilidad futura ha quedado en entredicho tras la reforma española que sustituye las compras diarias de energía por operaciones a medio plazo.

Problema de tarifas

Los problemas con el MIBEL son, sobre todo, de tarifas, más bajas en Portugal, y de esas desconfianzas entre empresas a las que aludió durante su última visita a Madrid el presidente luso, Aníbal Cavaco Silva, cuando sugirió que las firmas de su país encuentran dificultades indeseables para entrar en España.

Pese a todo, es verdad que las relaciones entre España y Portugal van mucho más allá de estas circunstancias. La cooperación en materia de inmigración, por ejemplo, ha sido muy importante este año, en el que un barco portugués se ha incorporado a las operaciones de control de aguas africanas. La inversión española en Portugal bate récords, y el comercio bilateral ha dado un salto con un importante pedido portugués a la aeronáutica Casa.

La coincidencia es prácticamente total cuando se abordan las cuestiones políticas. Por ahí comenzaron anoche Zapatero y Sócrates en una entrevista de casi una hora, en la que hablaron de todo lo previsible: de la cumbre de la OTAN, la próxima semana en Riga; de la presidencia europea de Portugal, en el segundo semestre de 2007, y del futuro de la Constitución europea; de la Alianza de Civilizaciones, de la situación en Líbano (donde Portugal se negó a poner sus tropas bajo mando español) y de la iniciativa hispano-franco-italiana para Oriente Próximo. Hoy podrán presentar resultados más notables en ese campo que en el de los proyectos concretos. Aunque a la cumbre hayan asistido nada menos que ocho ministros de cada parte, los de Exteriores, Defensa, Interior, Educación, Medio Ambiente, Turismo, Sanidad y Trabajo.

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