El ojo que vigila los cayucos
Un centro de la Guardia Civil coordina desde Las Palmas el despliegue de siete países en el Atlántico contra la inmigración ilegal
En el edificio del Mando Naval de Canarias, situado en el centro de Las Palmas, hay una habitación de acceso restringido. Está presidida por una enorme pantalla de plasma, en la que aparecen las costas de África Occidental y el archipiélago español. El mapa virtual está cubierto de extraños signos (cruces, estrellas, círculos...) de varios colores que representan las unidades del despliegue aeronaval de España y de la Unión Europea y la posición exacta de cualquier patera o cayuco detectados.
Frente a la pantalla, varios guardias civiles teclean en sus ordenadores, hablan por líneas radiotelefónicas seguras y reciben y envían faxes cifrados. "Estamos en el Centro de Comunicaciones del Centro de Coordinación Regional de Canarias. Todo lo que sucede aquí es confidencial", advierte el comandante de la Guardia Civil Javier Vélez, de 39 años. "Lo que ven son los equipos de comunicación más sofisticados que existen. A través de ellos podemos hablar con una patrullera española que se halle en la costa africana o con un avión de reconocimiento italiano y transmitir, en tiempo real, la situación exacta a la Dirección General de la Guardia Civil, en Madrid".
"Todo lo que sucede aquí es confidencial", advierte al entrar el comandante
Pasan horas desde que se recibe el aviso de que ha partido un cayuco hasta que es localizado
Es la primera vez que un medio de comunicación entra en el sancta santorum del despliegue internacional contra la inmigración ilegal en el Atlántico.
El Centro de Coordinación fue creado por orden ministerial el pasado 10 de octubre, con un objetivo triple: disuadir o tratar de impedir la salida desde África de embarcaciones cargadas de inmigrantes hacia Canarias, evitar su llegada inadvertida al archipiélago y asegurar las vidas de los sin papeles. Al frente del organismo se halla el general de la Guardia Civil Cándido Cardiel. De este hombre, que se incorpora a su despacho a las ocho de la mañana y al que es habitual encontrar todavía allí a las diez de la noche, depende el buen funcionamiento de un dispositivo impresionante, formado por personas y medios de siete países e inscritos en una larga lista de proyectos y departamentos distintos, cada uno de ellos con una línea de mando independiente.
Diez guardias expertos en informática e inmigración se turnan para que la sala de comunicaciones permanezca siempre despierta. Las variaciones que continuamente se producen en la enorme pantalla de plasma son el resultado del trabajo de cientos de personas, muchas veces situadas a miles de kilómetros de distancia unas de otras.
En África se hallan desplegados los miembros de los servicios de inteligencia del Cuerpo Nacional de Policía y de la Guardia Civil (Proyecto Sea Horse); en Mauritania, una patrullera y un helicóptero del instituto armado, más otras cuatro patrulleras donadas al Gobierno de Nuakchot (Operación Cabo Blanco); en Senegal, dos patrulleras de la Guardia Civil, un helicóptero del Cuerpo Nacional de Policía y cuatro patrulleras y un avión senegaleses (Operación Gorée). En aguas internacionales del Atlántico, trabajan tres aviones de reconocimiento del Ejército del Aire dotados de radares capaces de detectar un cayuco a 10 millas de distancia, que recorren el océano arriba y abajo en surcos paralelos, como si estuvieran arando el agua, y cuatro patrulleros de la Armada (Operación Noble Centinela); además, el buque de vigilancia aduanera Petrel navega entre Nuakchot y San Luis (Operación Hera II).
En aguas territoriales de Canarias todavía hay más medios que coordinar: cinco patrulleras y un helicóptero de la Guardia Civil, el Sistema Integral de Vigilancia Electrónica (SIVE), instalado por el momento en Lanzarote y Fuerteventura, y los buques de Sasemar (Salvamento Marítimo) y del Instituto Social de la Marina (Esperanza del Mar). Y, ya en tierra, las patrullas fiscales de la Guardia Civil que vigilan la costa, los equipos de Cruz Roja que prestan asistencia humanitaria a pie de playa a los inmigrantes, las ambulancias del 112 de Canarias (Cecoes), las policías locales, el Servicio de Urgencia Canario (SUC), el Cuerpo Nacional de Policía encargado de tomar declaración a los sin papeles y de gestionar los Centros de Internamiento de Extranjeros (CIE), y el Ejército de Tierra, que presta apoyo logístico a los CIE cuando estos se ven desbordados (Operación Alfa-India).
Todos los movimientos e informaciones de cada uno de los elementos de ese despliegue abrumador son trasladados a la pantalla de plasma. De forma que poco después de que en la sala se oiga el pitido del fax cifrado y el guardia operador Carlos Fagerlund levante su 1,91 metros de estatura de la silla frente al ordenador, recoja el papel que acaba de vomitar la máquina y lea: "Según informaciones llegadas a esta base se alerta sobre salida de cayuco de Ziguinchor siendo este de color marrón con las letras YAKRA en su amura de babor", en la gran pantalla aparece un punto negro estrellado a la altura de la capital de la región de Casamance, al sur de Senegal. El color negro de la señal significa que la presencia de la embarcación aún no ha sido confirmada.
El mensaje ha sido remitido por los enlaces españoles en África, que trabajan codo con codo con sus colegas africanos. Al igual que hay un enlace español en Senegal, hay un enlace senegalés en la Sala de Operaciones y Oficiales de Enlace del Centro de Coordinación. Es ésta una estancia con ocho terminales de ordenador en las que varios guardias civiles analizan y elaboran la información que recibe el organismo por distintas vías y luego la remiten a los enlaces en otros países.
Sólo uno de los presentes en la sala no está ataviado con el uniforme verde de la Guardia Civil. En su lugar lleva una camisa floreada y pantalones de sport. Es el comandante Charles Tima, de 36 años, enlace de la Gendarmería Senegalesa. "Mi trabajo es coordinar desde aquí la labor que realizan mis compañeros en un centro de Dakar similar a éste", explica. "Todas las mañanas recibo por Internet un resumen del trabajo que han desarrollado en las 24 horas anteriores y se lo transmito al comandante Lobo, coordinador del despliegue africano. Y, viceversa, elaboro un resumen de lo que han hecho los españoles y lo envío a Dakar".
Volvamos al Centro de Comunicaciones. El guardia Fagerlund ha entregado el fax al sargento Juan, de 49 años, que en ese momento desempeña la función de jefe de sala, y éste lo ha llevado rápidamente al despacho del comandante Vélez, en la primera planta del edificio del Mando Naval. De inmediato, se pone en marcha el protocolo de coordinación del centro.
A través del radioteléfono, el sargento envía la información sobre el cayuco a una de las dos patrulleras que vigilan las aguas senegalesas. Dos horas después, llega la respuesta desalentadora de la nave: no hay rastro del supuesto cayuco, que sigue señalado en negro junto a Zinguinchor.
Todo parece indicar que ha sido una falsa alarma, cuando el centro recibe una llamada de la torre de Salvamento Marítimo. Un pesquero acaba de comunicarle el avistamiento del cayuco con inmigrantes a una longitud y latitud determinadas. Los detalles coinciden. La señal negra de la pantalla de plasma cambia de lugar y se torna roja: barca detectada.
A través de un sistema informático seguro, la información es transmitida al mando aéreo de Canarias, que hace una estimación de la ruta de la lancha y envía el avión P-3 a su encuentro. Aún han de pasar varias horas antes de que el potente radar de la aeronave localice el cayuco. Cuando lo consigue, el centro alerta al mando naval, que envía una patrullera a su encuentro, mientras Sasemar pone en marcha una operación de salvamento.
En la gran pantalla de plasma van apareciendo nuevos símbolos y colores, mientras los ordenadores seguros y los radioteléfonos cruzan mensajes rápidamente. El Centro de Comunicaciones es un hervidero. Han transcurrido ocho horas desde que se recibió el fax del enlace en Senegal, los guardias que lo atendieron han sido relevados por sus compañeros del turno siguiente y ha llegado la hora de ser pacientes. La travesía hasta Canarias es larga.
Aún pasarán varios días, durante los que habrá que poner en juego muchos más medios, antes de los inmigrantes puedan ser desembarcados en el puerto. En ese momento, la señal del cayuco en la pantalla de plasma se pondrá de color azul. Y comenzarán los trámites para devolver a los sin papeles a su país.
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