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Reportaje:GESTIÓN Y FORMACIÓN

Las ventajas de una buena auditoría

El análisis riguroso de las empresas aporta fiabilidad a su información financiera y ayuda a detectar sus potencialidades

Las auditoras tienen la misión de dar fiabilidad y veracidad a la información financiera de las empresas. Al menos así lo obliga la ley desde 1990. Pero cuando su función se desarrolla adecuadamente, también ayuda a detectar potencialidades escondidas entre los números presentados por sus clientes. Las cuatro empresas más grandes del sector en España, Deloitte, PricewaterhouseCoopers, KPMG y Ernst & Young, se encargan de revisar las cuentas de unas 15.000 compañías y su facturación conjunta superó el año pasado los 845 millones de euros, un 12% más que en 2004. A estas Big four le siguen otras compañías menores, pero grandes conocedoras del tejido empresarial en el que operan.

El día a día de los auditores se desarrolla en la empresa. Tratan con su dirección y el departamento financiero

En los últimos 20 años, los profesionales más veteranos que se dedican a la auditoría en España han vivido al menos dos importantes puntos de inflexión. El primero ocurrió en 1990, cuando se empezó a aplicar la Ley de Sociedades Anónimas, que obliga a someter a auditoría las cuentas anuales de todas aquellas empresas que cumplan durante dos ejercicios consecutivos dos de las tres siguientes condiciones: que el total de las partidas del activo supere los 2,3 millones de euros; que el importe neto de su cifra anual de negocios sea mayor de los 4,7 millones de euros y que cuente con más de 50 trabajadores, según el texto de dicha ley.

Con la puesta en marcha de esta norma, la auditoría dejó de ser voluntaria y se perdió la posibilidad de mejorar la reputación de quienes se sometían a sus procesos de revisión. En opinión de Rafael Cámara, presidente del Instituto de Censores Jurados de Cuentas de España (ICJCE), que engloba a 565 firmas de auditoría (el 90% de la facturación), la ley es "intervencionista y está desfasada", puesto que "no se adecua a la realidad empresarial actual". Lo cierto es que gracias a la presión del instituto y de las principales compañías del sector, ahora mismo está pendiente de ser modificada.

El otro punto de inflexión se produjo a finales de 2001, cuando la eléctrica Enron quebró en Estados Unidos, dejando con los bolsillos vacíos a miles de pequeños inversores y empleados. Otra de sus consecuencias fue que se llevó por delante a Andersen, una de las grandes auditoras globales. Este varapalo provocó que se reflexionara profundamente acerca del papel de las auditoras, para evitar en el futuro escándalos parecidos.

Cámara asegura que todo ello ha contribuido a que el sector madure, así como a consolidar un código deontológico encaminado a potenciar la responsabilidad de los auditores. "Hemos tenido que incrementar nuestra exigencia para estar cubiertos contra posibles amenazas sobre nuestra independencia", añade. En este sentido, la ley obliga a que las firmas roten cada siete años a los equipos que auditan a sus respectivos clientes. Ahora mismo, estos procesos se alargan entre dos semanas y tres meses, y tienen un coste aproximado de entre 20.000 y 600.000 euros. Las grandes operaciones, por su parte, pueden duplicar esta cifra.

La auditora más importante en España es Deloitte, que el año pasado facturó 262 millones de euros y cuenta con una plantilla de 3.200 personas, la mitad de las cuales trabajan en el área de auditoría. El resto se dedica a la consultoría y la asesoría. Uno de sus socios, Julio Haeffner, explica que "lo que más valoran los clientes es que el equipo que revisa sus cuentas financieras también sea capaz de aportar nuevas ideas para mejorar todos los procesos internos analizados". Para ello, "es imprescindible conocer a fondo no sólo a la empresa sino el sector donde ésta opera", añade Haeffner.

Dentro del cliente

El día a día de los auditores se desarrolla dentro de la empresa analizada. Normalmente se trata con la dirección de la compañía, el departamento financiero y, en el caso de las empresas cotizadas, con un comité de auditoría. "Los accesos a la información por parte del auditor no tienen restricciones, puesto que, para su adecuada evaluación, requiere crearse una opinión de los procedimientos examinados", sostiene Ignacio Vista, director general de Auditoría de Ernst & Young.

José Wahnon, socio responsable de la misma división de PricewaterhouseCoopers, afirma que "el auditor también debe evaluar la efectividad de los sistemas de control interno de la empresa, identificando posibles deficiencias y formulando recomendaciones para que su cliente pueda abordar la mejora de sus procesos internos". A juicio de Wahnon, "el auditor cada vez está más pendiente y capacitado para identificar estas áreas de mejora".

Para que todo ello sea posible, el auditor debe, por último, "entender el proceso de generación de la información financiera, dónde están las debilidades y qué información relevante no se genera o es generada de manera inadecuada", apunta Antonio Fornieles, socio director responsable de Auditoría de KPMG en España.

Aparte de estas Big four, el mercado da cabida a muchas otras firmas, como BDO, Confeauditores, RSM Audihispana, Auren o Gassó, que facturaron en 2005 entre 42 y 31 millones de euros. Josep Maria Gassó, presidente de la auditora que lleva su nombre y ex presidente del ICJCE explica que la labor que desempeñan estas empresas es "muy similar" a la de las cuatro grandes. A pesar de ello reconoce que deben luchar más por hacerse con nuevos clientes: "Nos tenemos que esforzar más para que nuestro servicio sea notablemente más cercano y personalizado".

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