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Reportaje:

Bailes para salir de la miseria

Niños de la calle de Brasil llevan a Málaga su lucha contra la marginación

Fernando J. Pérez

Marília tiene 12 años y vive en Gamá, uno de los 157 barrios de chabolas que el obsoleto censo oficial de 2000 reconoce en Fortaleza, la quinta mayor ciudad de Brasil, al noreste del país. "Gamá es un barrio muy pobre y peligroso. Todos los días hay atracos. Mi padre se bebe todo el dinero que trae mi madre a casa. Yo vivo con mi abuela, que tuvo que dar todos sus ahorros a unos hombres para que no mataran a mi tío, que les había robado". El crudo relato que Marília hace de su vida contrasta con la alegría de las sevillanas que acaba de bailar -con más arte que muchos andaluces- ante medio centenar de curiosos en la plaza de La Marina de Málaga.

Esta niña, de vivos ojos negros y piel tostada, pertenece al grupo de danza Estrelas da Rua, organizado en Fortaleza por la ONG malagueña Solidaridad con los Niños de la Calle. Quince de los 40 miembros del grupo -que busca en el baile una vía para no caer, o para salir, de las drogas o de la prostitución- recorren hasta el 9 de diciembre Málaga y su provincia "para descubrir que se puede vivir y trabajar sin recurrir a la violencia", asegura Regina Mesquita, responsable del grupo.

El psicólogo del grupo afirma que la danza da a los chicos sentido de constancia y de disciplina

En todo Brasil viven unos 58 millones de niños y adolescentes. De ellos, unos 17 millones se encuentran en situación de abandono, y otros siete millones viven en las calles sin ningún vínculo familiar. Es el caso de Evilásio, de 17 años: "Cuando cumplí 10 años decidí que la mejor forma de ayudar a mi familia era pidiendo limosna. Y así estuve en la calle durante dos años". A los 12 años, Evilásio entró en una institución de acogida y ahora baila con las Estrelas da Rua tras vencer el prejuicio de que la danza no es cosa de hombres.

Solidaridad con los Niños de la Calle colabora desde hace 12 años con el Movimiento Nacional de Meninos e Meninas da Rua, galardonado con el Premio Príncipe de Asturias de la Concordia en 1994. Ambas organizaciones consiguieron abrir en 1997 la Casa de Andalucía en Fortaleza, donde se llevan a cabo tres proyectos. El primero es un taller de primer empleo. En él 30 adolescentes en situación de extrema pobreza o atrapadas en redes de prostitución aprenden a tejer y confeccionar ropas artesanales, como los vistosos trajes tradicionales que llevan las Estrelas da Rua.

El segundo proyecto es el apadrinamiento de 60 niños y niñas en el barrio de chabolas de Serviluz. Estos chavales trabajan el reciclaje y acuden a talleres de teatro. La tercera pata de la Casa de Andalucía es el grupo de baile. "La danza no sólo es diversión, sino que da a los jóvenes un sentido de constancia y disciplina del que carecen en al calle", afirma Savio Acevedo, el psicólogo del grupo.

La ONG ha organizado cuatro viajes de niños de la calle brasileños a Málaga desde 1995.

"Nos esforzamos para que el viaje no suponga un choque, sobre todo para los más jóvenes. Es necesario que extraigan buenas lecciones de lo que vean y que la vuelta no se les haga complicada", afirma el psicólogo. "Los niños vuelven siendo más conscientes de que hay un primer mundo y les cambia su manera de ver la vida", asegura Mário Almeida, brasileño afincado en Málaga y presidente de la organización no gubernamental.

El grupo reside en el Centro Cívico de la capital de la Costa del Sol. "Lo que más me ha sorprendido del viaje es poder vivir en una casa tan grande y en un ambiente de tranquilidad", asegura Marília, que estudia el equivalente a 5º de Primaria. Un curso más de lo que es habitual en niños de la calle.

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Sobre la firma

Fernando J. Pérez
Es redactor y editor en la sección de España, con especialización en tribunales. Desde 2006 trabaja en EL PAÍS, primero en la delegación de Málaga y, desde 2013, en la redacción central. Es licenciado en Traducción y en Comunicación Audiovisual, y Máster de Periodismo de EL PAÍS.

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