El caso Ciutadans
Las recientes elecciones catalanas han generado un notable volumen de correspondencia que ha tenido su reflejo en la sección cartas al director. El Defensor del Lector ha recibido, también, cartas y llamadas de lectores entre las que destacaban las formuladas por votantes de Ciutadans, la nueva formación política que con apenas unos meses de rodaje ha conseguido el apoyo de cerca de 90.000 ciudadanos y ha obtenido tres escaños en el parlamento catalán. Un éxito innegable que permite, a la luz de los resultados, valorar el escaso eco mediático que tuvo esta candidatura. Las críticas al periódico las resumía José Luis Martínez, de Barcelona, en una frase. "Si alguien hubiera seguido la campaña electoral catalana sólo por su diario, Ciutadans parecerían unos marcianos que han aparecido de la nada el día de difuntos para hacerse con tres escaños".
La creación de un partido político, apadrinado por destacados intelectuales, y con unos puntos de vista ideológicos muy críticos con la clase política catalana era, obviamente, una noticia. Su eventual fracaso relativizaría su importancia y justificaría la escasa atención prestada; pero su éxito pondría de manifiesto el error en la misma proporción.
Una valoración de los resultados electorales firmada por Xavier Vidal-Folch, director adjunto de EL PAÍS en Cataluña, ha suscitado nuevas críticas. Vidal, al pasar revista en su artículo Paradojas catalanas (EL PAÍS, 3 de noviembre) reconocía el fenómeno a Ciutadans como "la gran novedad" de las elecciones y lo definía como "ese nacionalismo neoespañolista". Y se preguntaba: "¿Nuevo, el nacionalismo español? ¿O el más rancio y cutre de los nacionalismos hispánicos"?
Javier Arazola Gaudichon ha escrito al diario para "anunciar que por el momento dejaba de comprar el diario". "Después de 30 años de fidelidad, constato con perplejidad y tristeza que incluso un diario tan prestigioso como EL PAÍS puede cometer torpezas imperdonables con una ligereza inconsciente, casi suicida. Gracias a firmantes como Xavier Vidal-Folch, Joan B. Culla y Pilar Rahola (por citar sólo a tres) he descubierto lo que son la demagogia, el insulto y el abuso en el que se puede caer cuando tiene uno el privilegio de dirigirse al resto del mundo desde tribuna tan prestigiosa". Según este lector suponer que "por haber votado a Ciutadans en las últimas elecciones catalanas (como es mi caso, puesto que lo considero un partido de izquierdas) uno es poco menos que un neonazi adicto a la Cope, El Mundo y otros ilustres miembros de la Brunete mediática. Puesto que jamás he leído una sola línea del periódico de Pedro J., ni he oído nunca las diatribas radiofónicas de Jiménez Losantos, no he tenido más remedio que aprender lo que es la demagogia de la que tanto se acusa a esos personajes leyendo EL PAÍS, el periódico al que he sido fiel desde su nacimiento".
"Algo va necesariamente mal en un país", concluye el lector, "en el que por ejercer el libre y sagrado derecho de votar a la opción política en la que confías, el más pluralista de nuestros diarios te niega hasta el pan. Y para corroborarlo, les recuerdo que el 4 de noviembre pasado, se le prestó en sus páginas el mismo espacio a la agresión que sufrió un estudiante de una Universidad catalana, culpable, por lo visto, de llevar cierta camiseta, que el que le dedican a informar de los resultados de la lotería primitiva".
Respuesta
A petición del Defensor, Xavier Vidal-Folch ha respondido a las críticas. "José Luis Martínez y Javier Arazola coinciden, con distintas expresiones, en la apreciación según la cual este diario no ha prestado atención a Ciutadans. Algo que no resiste el contraste objetivo con la realidad. Desde la fundación del partido Ciutadans / Partido de la Ciudadanía (PC), el pasado julio, y hasta la jornada electoral del 1-N, EL PAÍS ha publicado en su edición catalana, según recuento del Servicio de Documentación (a disposición de los lectores que lo deseen) 34 textos relativos a dicho partido: en su inmensa mayoría exclusivamente dedicados a informar sobre el mismo y su campaña electoral; amén de entrevistas a su presidente, Albert Rivera, y otros partidarios; y artículos de opinión, varios de ellos debidos a la pluma de sus patrocinadores, incluido su secretario general, Antonio Robles. No parece que de este balance pueda deducirse que el periódico haya 'negado el pan' a un partido, al que sí se lo negaban las encuestas. Naturalmente, todos los partidos, sin excepción, aspiran a más.
En cuanto a los comentarios sobre mi artículo Paradojas catalanas, me temo que el amable interlocutor Arazola, así como Diego Esteban (cartas al director del día 7) y mi amigo, que siempre lo será, Félix de Azúa (en su artículo Quién teme al ciudadano feroz, del jueves pasado), deforman lo que yo he escrito, al citarlo sólo en parte, de forma que inducen a una interpretación sesgada. Primero: ¿acaso es un insulto, un abuso o un menosprecio, afirmar, como yo hacía, que la aparición de Ciutadans revela la 'riqueza vitalista de la sociedad y la política catalanas', pues 'en pocos meses' han pasado 'del cero al tres' (escaños), un 'salto infinito'? Segundo: no he escrito que el PC sea de extrema derecha, ni neonazi, ni nada parecido. He planteado, entre interrogantes, una doble opción sobre su futuro. La reitero: '¿Será un intento enriquecedor del conjunto polifónico... o alumbrará caos y tensiones' de corte lerrouxista? Será esto último, sostenía, si acaban imponiéndose 'los recelos y resentimientos de los ciudadanos afectos a, y protegidos por la ultraderecha mediática, por encima de los bienintencionados profesores e intelectuales bilingüistas'. Ese futuro no está escrito. Al propio Francesc de Carreras, principal ideólogo, candidato del PC en las últimas elecciones y su voz más moderada, le angustian (La Vanguardia, 9 de noviembre) 'peligros y tentaciones' como los de 'caer en el otro nacionalismo, en el nacionalismo español' o en 'el populismo y la demagogia'. El futuro no está escrito, pero el pasado inmediato, sí: constituye un dato, y no una opinión, que dos de los más conspicuos portavoces de la ultraderecha mediática, en cuyos medios por cierto colaboran destacados patrocinadores del partido, han llamado a votar al PC. Si eso molesta a algunos de sus votantes, estamos de enhorabuena, eso demuestra que los 'bienintencionados' pueden ganar la partida. Finalmente, sobre el nacionalismo español y sus especulares, los periféricos, ¡qué interesante tema para un amplio debate sin insultos!".
Los lectores pueden escribir por carta o correo electrónico (defensor@elpais.es).
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