Prodigio a ratos
En su Libro de los prodigios, Julio Obsecuente reunió algunos sucesos narrados por Tito Livio que podían considerarse extraordinarios y sobrenaturales, como la aparición simultánea de tres lunas en el firmamento, casos de vacas habladoras o una lluvia de chuletones. Eran otros tiempos. Hoy lo prodigioso no se relaciona con esta clase de fenómenos, o al menos eso puede deducirse de En tiempo de prodigios, la última novela de la escritora y periodista gallega Marta Rivera de la Cruz (1970), ganadora en 1998 del Ateneo Joven de Sevilla con Que veinte años no es nada.
En tiempo de prodigios es
EN TIEMPO DE PRODIGIOS
Marta Rivera de la Cruz
Planeta
Barcelona, 2006
510 páginas. 21,50 euros
la historia de un encuentro. Cecilia, la narradora, entrelaza una elegía fúnebre por la muerte de su madre con la biografía de Silvio, un anciano escritor de novelas policiacas. El encuentro entre ellos se produce cuando una amiga ausente le pide a Cecilia que pase de vez en cuando a ver a su abuelo Silvio. Ella visitará al anciano y poco a poco irá surgiendo entre los dos ese afecto que invita a las confidencias.
El relato de Silvio, un nuevo intento español de apuntarse a lo que los estadounidenses llaman con crudeza la industria del holocausto -shoah business, por homofonía con show business-, sostiene todo el edificio de la novela. La elegía fúnebre de Cecilia, sin embargo, no va más allá de un lamento constante que, aunque puede ser útil para que la narradora negocie el duelo, no encierra conflicto ni aporta mucho a la intriga, y llegado un punto carece de interés novelesco. Las prolijas reflexiones sobre la pérdida y el dolor, las historias de las amigas de la narradora y algunas digresiones filosóficas de poco calado -y extensión considerable- sirven para que brille todavía más la biografía de Silvio.
Y aquí entra lo prodigioso:
acabada la Segunda Guerra Mundial, este joven español trabajó para los servicios secretos estadounidenses infiltrándose en las redes de apoyo a los criminales de guerra nazis que buscaban refugio fuera de Europa. Es decir, fue un cazanazis. A mi juicio, el planteamiento moral del libro no puede ser más cuestionable. Los elogios de la venganza, los argumentos que avalan la perpetuación de la culpa y ensalzan el victimismo, no le elevan el espíritu a nadie. Al contrario, dejan un poso de amargor. Pero no cabe subestimar el poder de la buena literatura para hacernos comulgar con ruedas de molino, y la biografía de Silvio lo logra porque es una historia conmovedora, narrada en un lenguaje fluido, con buen sentido del ritmo y mejor aún de la intriga (en algunos momentos cervantina). En conjunto no se tratará de un prodigio, pero en buena parte sí es un éxito.
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