El PS francés vuelve a Europa
La necesidad de reactivar el proceso constitucional de la UE marca el último gran debate de los precandidatos socialistas de Francia
Europa se invitó ayer al tercer y último debate televisado de los aspirantes a la candidatura socialista a la presidencia francesa. Laurent Fabius, Ségolène Royal y Dominique Strauss-Kahn hablaron anoche sobre política internacional y medioambiente. Coincidieron en casi todo, excepto en cómo relanzar el proyecto europeo, aunque ninguno de ellos pareció tener una solución viable. Royal, una vez más, aguantó perfectamente el envite teniendo en cuenta que era el tema en el que se la suponía menos preparada, saliendo reforzada para la votación de los militantes del próximo día 16.
Las cartas parecen echadas, aunque mañana debatirán por última vez en Toulouse, pero a puerta cerrada, ante los militantes de la federación de esta ciudad del sur de Francia. Royal sigue encabezando todos los sondeos, que vaticinan que alcanzará la mayoría absoluta en primera vuelta. Pero nadie sabe realmente cuál es la opinión de los 200.000 militantes del Partido Socialista (PS). Fabius y Strauss-Kahn esperan que se quede corta y se celebre una segunda vuelta una semana más tarde.
Pero mientras el PS cerraba con un éxito incontestable este experimento, auténticas elecciones primarias, a su alrededor empezaban a sumarse candidatos al baile presidencial. El que fuera ministro de François Mitterrand, Jean-Pierre Chevènement, cuya candidatura en 2002 arrancó en la primera vuelta más de un 5% de los votos -decisivos a la hora de sacar a Lionel Jospin de la segunda vuelta- anunció el lunes que repite en 2007. Los expertos, sin embargo, le atribuyen ahora menos peso. El ecologista Robert Hulot, presentador de programas de televisión sobre medioambiente y uno de los hombres más populares de Francia, amenazó ayer con entrar en liza si ningún candidato integra en su programa la lucha contra el calentamiento global.
Lo primero que puso en evidencia el debate de ayer es que, en política internacional, es difícil encontrar divergencias entre los políticos franceses. En términos generales Royal, Fabius y DSK estuvieron de acuerdo en casi todo. Discreparon en si había o no que negociar con Irán en el tema nuclear, pero, básicamente, se atuvieron casi al detalle a la política exterior que ha practicado el presidente Jacques Chirac durante su largo mandato. Royal, en todo caso, tuvo algunos problemas para introducir la democracia participativa en el contexto geopolítico de la política internacional, pero insistió en declararse heredera de Mitterrand e incluso del general De Gaulle.
Sobre la UE, un tema tabú desde que los franceses dijeran no al Tratado Constitucional europeo, hubo más discrepancias. El asunto ya había dividido al PS hace un año y medio, cuando las bases votaron a favor y Fabius hizo campaña en contra, lo que muchos en el partido no le perdonan, pese a que finalmente fuera el no el que ganara. Los tres reconocieron que el relanzamiento de la UE es la condición previa a cualquier proyecto de política exterior. Ninguno, sin embargo, explicó cómo exactamente se puede relanzar el proyecto ahora paralizado.
Royal, utilizó el argumento chiraquiano de "la Europa de los proyectos concretos", pero advirtiendo que es necesario "redefinir las reglas". Strauss-Kahn abogó por la reactivación del motor francoalemán, sin especificar cómo convencería a la canciller Ángela Merkel de que renuncie a un texto que Alemania ha ratificado. Fabius anunció una refundación de Europa en clave social.
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