Antinuclear, antitérmica
Actualmente la electricidad que consumimos procede fundamentalmente de centrales térmicas, hidráulicas, nucleares y, en menor medida, renovables. Toda la electricidad que consumimos debe ser producida por alguna fuente. Se puede aumentar la cuota de renovables, siendo conscientes de que ello implicará un aumento en la tarifa y pérdida de poder adquisitivo para el ciudadano medio.
En cualquier caso, no se podría suprimir la energía nuclear sólo a través del fomento de las renovables hasta dentro de muchos años. Lo que sucederá en el medio plazo es que aumentarán las centrales térmicas incrementando así las toneladas de CO2 vertidas a la atmósfera y aumentando el efecto del cambio climático. Éste perjudica especialmente a los más pobres del planeta.
El logo de antinuclear, que siempre ha sido un emblema de progreso y solidaridad con el entorno, ha pasado a convertirse involuntariamente en un signo de injusticia y desigualdad. Hoy en día sería mucho más solidario con el planeta y con los ciudadanos más pobres, que los ecologistas hicieran campañas en contra de las centrales térmicas.
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