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Reportaje:La batalla de la energía en España

Traspié y retirada

La resolución de Industria deja en muy mala posición al Gobierno, que forzó a la CNE a imponer condiciones muy duras

Miguel Ángel Noceda

El grupo alemán E.ON ha logrado que el Ministerio de Industria atendiera sus peticiones y retirase la casi totalidad de las exigencias que imponía la Comisión Nacional de la Energía (CNE) para la compra de Endesa. La resolución de Industria supone un éxito relativo para E.ON, pero deja en muy mala posición a las autoridades españolas. Tanto a los responsables del organismo, como al ministerio (sobre todo al anterior titular, José Montilla, que se opuso a la opción alemana en defensa de la de Gas Natural) y al propio Gobierno, que ha tenido que hacer encaje de bolillos tras haber forzado a la CNE a imponer unas condiciones muy duras a E.ON para, posteriormente, tratar de dulcificarlas para contentar al Ejecutivo alemán y evitar conflictos en el entorno comunitario.

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Una situación realmente hilarante que obligó a salir al ruedo al propio presidente Zapatero y lidiar personalmente el toro bravo alemán. Zapatero se comprometió ante la canciller Merkel a encontrar una solución pacífica, mientras desde Bruselas salían dardos envenenados que acusaban a España de practicar políticas intervencionistas, cuando -todo hay que decirlo- España es, con el Reino Unido, el país de la Unión Europea (UE) que tiene un sector energético más liberalizado.

Zapatero encargó incluso la intermediación del ex ministro socialista Carlos Solchaga con E.ON. Pero Solchaga fue el primer sorprendido cuando se conocieron las duras condiciones de la CNE, sobre todo las que exigían desprenderse de activos que suponían el 33% del total de Endesa, entre ellos todos los nucleares y gran parte de las centrales térmicas, así como los sistemas extrapeninsulares (Canarias, Baleares, Ceuta y Melilla). Algo que no encajaba con el espíritu constructivo que habían pactado.

Victoria pírrica

La decisión, que para algunos expertos puede ser inconstitucional al ser vinculante la disposición de la CNE, da nuevo auge a la batalla por Endesa. Ahora E.ON ya no estará obligada a desprenderse ni de nucleares ni de ningún otro activo si acaba haciéndose con el control. Pero en la práctica puede haber llegado tarde ante las dificultades que se le presentan al gigante alemán en la pelea por Endesa con Acciona y, en menor medida, con Gas Natural.

Sin embargo, a medida que avanza el tiempo, esa posibilidad se va complicando. Durante todos los meses que han pasado, la operación se ha encarecido notablemente y las posibilidades de que la oferta de E.ON se consolide y tenga éxito se reducen. Justamente un día antes de que Industria se pronunciase sobre su recurso de alzada, la CNE permitía a Acciona elevar su participación en Endesa por encima del 10%. Su propósito es llegar al 25% y hasta el 30% cuando la nueva ley de OPA fije en este porcentaje el límite para lanzar una oferta obligada.

El pasado jueves, José Manuel Entrecanales, presidente de Acciona, mandó un mensaje claro desde un lugar inesperado. Pero, esta gente no pierde oportunidad. Durante la presentación que su grupo patrocinó de Una verdad incómoda, el documental en el que Al Gore denuncia el deterioro del planeta, sentenció sin pestañear: "Desde Acciona y si me permiten desde Endesa vamos a luchar para que esto no ocurra". A su lado estaba la ministra de Medio Ambiente, Cristina Narbona. En el auditorio, le escuchaba la presidenta de la CNE, Maite Costa, y algún otro miembro de este organismo. Pudo sorprender; pero en este mundo de los negocios nadie da puntada sin hilo. Al día siguiente, la CNE le daba permiso para rebasar el 10% al entender que no está sometido a regulación. O, dicho de otra forma, a batirse con el grupo alemán en su asalto a la eléctrica española.

Encarecimiento

En principio, la intromisión de Acciona, al comprar a 32 euros la acción el 10% de Endesa (y dejar otro 10% aparcado en el Banco Santander), supuso que E.ON tuviera que elevar su oferta inicial de 25,4 a 35 euros por acción (nada menos que 10.000 millones de euros más). A este primer efecto, se añade que E.ON necesita el respaldo del 50,01% de las acciones de Endesa para suprimir el blindaje que limita en el 10% los derechos de voto. Raramente la asistencia a las juntas supera el 50% (a no ser que se pague una prima por acudir), y aunque la supere, Wulf Bernotat, presidente de E.ON, lo tiene complicado. Bastaría que al 25% de Acciona se sumara el 10% de Caja Madrid y el 3% de la SEPI (el grupo público no se va a meter en ninguna pelea ni a favor ni en contra). Es decir, una minoría suficiente de bloqueo. E.ON tendría que rogar -u ofrecer lo impensable- a los fondos de inversión y a los accionistas minoritarios para triunfar.

Y si E.ON acaba lanzando la OPA (el mercado pide más de 35 euros por la empresa que preside Manuel Pizarro) y triunfa, tendría que entenderse con Acciona. De momento, están a la greña, como lo demuestra la denuncia del grupo alemán ante las autoridades estadounidenses acusándola de mantener pactos con el Santander y no dar información. Si su vocación es de permanencia, como asegura, va a tener mucho que decir en el futuro en el caso de que E.ON lance la OPA y se quede en Endesa. Si decide vender, haría importantes plusvalías.

No acaban ahí los problemas. El grupo E.ON, además, tiene que demostrar ante un juez de Barcelona que no recibió información de Endesa tras una denuncia de Gas Natural, que sigue en el ajo aunque haya quedado desenfocada en la fotografía.

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Sobre la firma

Miguel Ángel Noceda
Corresponsal económico de EL PAÍS, en el que cumple ya 32 años y fue redactor-jefe de Economía durante 13. Es autor de los libros Radiografía del Empresariado Español y La Economía de la Democracia, este junto a los exministros Solchaga, Solbes y De Guindos. Recibió el premio de Periodismo Económico de la Asociación de Periodistas Europeos.

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