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Columna
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Nuevo en esta plaza

Por fin sabemos, tras muchos dimes y diretes, el nombre del candidato socialista a la alcaldía de Madrid. Es un desconocido para el respetable y una sorpresa para los tertulianos. Una señora dijo el miércoles en un programa de radio que Miguel Sebastián era "un actor, o quizá torero". No le faltaba razón a la dama, porque el principiante tendrá que lidiar en la arena, por primera vez en su vida, y someterse al dictamen de los tendidos. Hasta el momento había visto los toros desde la barrera o desde la cocina. Durante los últimos cuatro años ha sido uno de los principales cocineros de la Moncloa, el muñidor de la política económica del Gobierno. Sabe mucho y tiene buenos padrinos, pero es nuevo en esta plaza, una incógnita. Miguel Sebastián, Cocinerito de la Moncloa, tomará la alternativa en mayo en una apasionante corrida con los diestros Alberto Ruiz-Gallardón, el M-30, y Ángel Pérez, el Perplejo. Se esperan faenas memorables.

Un estratega áulico como Sebastián, si se lanza al ruedo, es porque ve posibilidades de salir por la puerta grande. No da la impresión de que contemple entre sus previsiones acabar el festejo como jefe de la oposición en la Casa de la Villa. Los rivales están desconcertados porque sospechan que Sebastián, viniendo de donde viene, trae algún as en la manga. No es difícil prever de qué va ese naipe oculto. Miguel Sebastián es economista, una profesión que, junto con el Derecho, es fuente inagotable de hombres públicos. Es seguro que, con números en la mano, intentará convencer a los votantes de que es posible la economía del bienestar, definida por el diccionario como "la que tiene como objetivo global extender a todos los sectores sociales los servicios y medios fundamentales para una vida digna". Quizá sea oportuno para la capital alguien que conoce bien El capital, de Marx, pero que no es marxista ni siquiera militante socialista. Es más proclive al baloncesto que al fútbol, como otros Migueles del entorno del presidente del Gobierno.

Miguel Sebastián sabe mucho de aritmética. Todo depende de cómo utilice la gramática y las chicuelinas. ¿Habrá oreja o tirón de orejas? Algo habrá.

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