Evaluación en la ESO

Soy profesora de enseñanza secundaria. Desde que se implantó la Reforma Educativa he asistido a las más pintorescas propuestas del Departamento de Enseñanza, a menudo alejado de la realidad académica. Por lo que no sé cómo me sorprende que pretendan "conocer y valorar si el alumnado ha asimilado las competencias básicas curriculares, en diferentes áreas" (copio literalmente del documento remitido a los centros) a partir de seis exámenes sorpresa de media hora cada uno, a contrarreloj. Ante tal muestra de eficiencia me pregunto qué hacemos los profesores evaluando integralmente a nuestros alumnos (como dice la reforma); qué hacemos con tantas evaluaciones iniciales, juntas de evaluación, departamentos de orientación y acciones tutoriales, atención a la diversidad, cursos de mediación...

Nadie crea que me he negado a realizar la prueba. Es más, creo que puede resultar hasta instructiva. Si la escuela también tiene que ser un pequeño ensayo social, no está mal que los alumnos experimenten esta forma de evaluación: de dudosa lógica, de sorpresa, en media hora... Ahí afuera, en algún momento, incluso serán evaluados a simple vista. Seguiremos perfeccionando la habilidad de sacar rendimiento a los desatinos administrativos. ¡Qué difícil es educar.