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Reportaje:

El enigma de Rota 04

La Guardia Civil reconstruyó las huellas del único náufrago identificado que no reclamó la familia

El último náufrago de Rota en ser enterrado fue un hombre persistente. El tangerino Ahmed Naji Gzaouna tenía 34 años cuando tentó la suerte por tercera vez. En las dos intentonas para entrar en España de forma clandestina había sido sorprendido por la Guardia Civil y detenido. En una ocasión dio su nombre real, aunque la transcripción realizada por el agente trastocó su apellido ligeramente: Ahmed Gzounat. En otra mintió. Declaró que se llamaba Rachid Msiad. No hubo tercera versión. La embarcación a la que se subió en la costa marroquí zozobró el 25 de octubre de 2003, cuando estaba a un palmo de la española. Entre los 37 cadáveres rescatados se encontraba el de Ahmed, devuelto por el mar con la piel erosionada a una milla del espigón de Rota.

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Tras cinco jornadas en el agua, la huella de Ahmed se había desdibujado tanto que el departamento de identificaciones de la Dirección General de la Guardia Civil tuvo que reconstruirla "a partir de la regeneración del pulpejo de la piel", recordaba ayer el jefe del laboratorio de criminalística de la Guardia Civil en Cádiz, Pedro Rivas. Durante meses fue simplemente Rota 04. Las huellas necrodactilares, además, correspondían a dos nombres, el de Ahmed y el de Rachid, dos identidades almacenadas en los archivos policiales como las de inmigrantes sorprendidos mientras trataban de entrar clandestinamente en España en dos ocasiones distintas. Por esta razón, el Juzgado de Instrucción Número 2 de Rota le excluyó de la orden que dictó en 2004 para enterrar a todos los cadáveres anónimos que aún permanecían en el tanatorio.

El enigma se resolvió un año después con la ayuda de Interpol, que atribuyó las huellas a Ahmed Naji Ghzaouna, nacido el 28 de noviembre de 1969 en Tánger, hijo de Omar y Oum Hani, y fallecido el otro lado del Estrecho en 2003. La labor de las autoridades marroquíes para localizar a la familia con la intención de repatriar el cuerpo, al igual que ha ocurrido con otros 24 inmigrantes identificados, no tuvo éxito. Nadie reclamó los restos del treintañero de 1,70 metros, que vestía una camiseta de manga corta azul que dejaba ver una larga cicatriz en su brazo izquierdo. "No sabemos si no han logrado encontrar a la familia o incluso puede ocurrir que la familia lo sepa y por alguna razón no quiera hacerse cargo", especuló ayer Martín Zamora, el gerente del tanatorio donde el cuerpo ha permanecido tres años.

Ante la falta de familiares, Zamora fue quien decidió que ya era hora de enterrar a Ahmed, consciente de que reforzaría su queja por el impago de los gastos judiciales originados tras el naufragio de Rota. Señaló una fecha nada inocente: el tercer aniversario. Por eso ayer en el cementerio de Los Barrios había una quincena de periodistas esperando el féretro de Ahmed, introducido en un nicho entre invocaciones del imán Abdeslam Rifai y el silencio del alcalde Alonso Rojas. Apenas nadie más. En la placa se grabó su nombre, la fecha de su muerte y las palabras "patera de Rota", ligadas ya a una de las mayores tragedias ocurridas en el Estrecho y que sigue viva entre quienes no han logrado recuperar el cuerpo de los familiares, como Salhi Said, cuyo hermano Mustafá, no fue localizado, informa Pedro Espinosa.

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