El Barça se traicionó
El Madrid ganó al Barça merecidamente. Jugando como le gusta a Capello: máxima determinación, fuerza, defensa y contragolpes. Frente a un equipo de Capello, o se hace un gran partido o se pierde.
El Barça tuvo la iniciativa mucho tiempo, pero sólo gracias a acciones individuales, en particular del extraordinario Messi. Le faltó el juego colectivo habitual. Traicionó su estilo y su mentalidad. Los hombres de Rijkaard se movieron con lentitud. Condujeron demasiado el balón, olvidándose de los movimientos sin él, de las bandas y de los desmarques en profundidad. Fue un equipo bastante parado. Al defenderse, estuvo demasiado largo y ancho. Presionó poco, hizo pocos apoyos, pocos anticipos, y, en general, marcó poco. Sus defensas carecieron de la ayuda de los medios, y los medios, de la colaboración de los delanteros. En esta situación, en la que nadie apoyaba al compañero, la defensa mostró jugadores apagados, como Zambrotta, dubitativo, y Thuram, con poca autoridad.
Cuando atacó, el Barça estuvo lento en la posesión del balón. A casi todos sus jugadores les faltó fluidez. Rijkaard debe esperar a que el equipo recupere el espíritu, la alegría, la motivación de los últimos dos años y la mejor condición física. La ausencia de Eto'o es muy grave porque es imprescindible. Ronaldinho y Deco están en un mal momento, sea psicológico o físico, y los nuevos (Zambrotta, Thuram y Gudjohnsen) deben aún integrarse.
El Madrid pasó en una semana del infierno al paraíso demostrando ya un fuerte carácter. Recuperó a Raúl, alma del equipo. La pareja Helguera-Cannavaro me parece más correcta en la defensa, ya que Helguera sabe dirigir y toma casi siempre una buena posición y Cannavaro sabe marcar como pocos. Como lateral, Sergio Ramos puede defender y atacar. Y delante de la defensa hay dos tapones (Emerson y Diarra) todavía no al máximo de su forma, pero ya importantes para dar equilibrio. Raúl jugó por todo el campo. El talentoso Guti aportó asistencias y fantasía, aunque le cuesta con un juego colectivo. Por la izquierda, Robinho, fantástico, puso siempre en dificultad a Zambrotta. Y, arriba, Van Nistelrooy fue un goleador letal.
El Madrid jugó apretando, presionando, dando también patadas, ayudándose y con una buena concentración. Pero no siempre tuvo una buena organización en el trabajo defensivo. Al ataque le faltó continuidad y una idea colectiva. Sólo podrá mejorar si los jugadores mantienen la humildad, la disponibilidad, la motivación y el espíritu de equipo muy fuerte. El juego, quizá, no tendrá la fluidez y alegría que su afición le pide, pero con un sentido común elevado, con la clase de los jugadores y con la experiencia y capacidad de Capello podrá ser competitivo.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.