La felicidad y la política
Cuando están en celo electoral los animales políticos son tan peligrosos como las manadas de búfalos en estampida irracional. Según experiencia personal, los animales políticos ganan bastante vistos fuera de foco. Carod Rovira, sin ir más lejos.
Culto y dotado de un fino sentido de la ironía, el filólogo Carod Rovira ha sido un excelente profesor universitario y es un buen articulista, un conferenciante brillante y un conversador ameno. Como en el resto de los animales de la camada, son virtudes que quedan eclipsadas cuando empieza la carrera electoral.
Militó en su juventud universitaria en el Partit Socialista d'Alliberament Nacional (PSAN). Impulsó Nacionalistes d'Esquerra, aventura política efímera. Acabó en Esquerra Republicana, partido que había vivido tras la llegada de la democracia unos vaivenes de vértigo.
Carod Rovira gusta de mensajes estructurados. Unas veces la gente los entiende, otras se asusta y en ocasiones son gentes de su propio partido los que opinan lo contrario de lo que dice su presidente.
Es el problema no se sabe si de Carod Rovira o de ERC, partido con tradición asamblearia cuando no absolutamente confuso en su errático itinerario y sus cambios de liderazgo. En la rica tradición catalana del panfleto anónimo, la tensión interna de ERC se reflejó en un poema satírico que en unos de sus versos decía: "Qui mana dintre l'Esquerra?/ Qui ho encerta, qui ho esguerra? /A Esquerra hi ha dos partits:/ Uns sensats, altres cabrits./ En Carod parla ben alt,/ Amb vèrbola solemnial,/ i no domina el partit/ i alguns li estan fent el llit,/ baladres golafres/ li van obrint noves nafres".
Nacido en Cambrils de Mar en 1952, ha sido un habitual del viejo caserón frente al mar en el que han pasado los veranos Teresa Rovira y Felip Calvet, ella hija de Rovira i Virgili, él un hombre fiel a Josep Irla, el presidente más desconocido que ha tenido la Generalitat. En sus tiempos como funcionario en el Departamento de Política Lingüística, Carod Rovira empezó, alentado por Calvet, la biografía de Irla. La dejó al poco de iniciarla. El ejercicio de la política se impuso sobre su vocación intelectual.
Se debe de haber equivocado en muchas cosas en los años en los que ERC formó parte del tripartito. "Está en una nube", decía de él una mujer que le conoce y le aprecia. "Esto acabará mal. Siempre que ERC entra en la Generalitat, Cataluña acaba mal", dijo el padre de un sacerdote cuando vio a los de ERC formar parte del tripartito. Cuando se habla de pactos, el ingenio popular dice que, sea quien sea el beneficiario, "ho pagara carot". ERC se ganó a pulso la reprobación y Carod Rovira fue el que encarnó el descrédito por tanto ruido. Pero es de justicia dar la palabra a este lector voraz cuando la política no le consumía todas las horas del día y reconocer que de él se ha hecho una caricatura. Se equivocó en la forma en que fue a Perpiñán a hablar con gente de ETA para negociar el fin de la violencia, pero el paso del tiempo ha demostrado que se ha de afrontar el riesgo de dialogar con los que matan para que dejen de hacerlo.
La tensión del referéndum del Estatuto le llevó a la UVI, que abandonó con la firme decisión de no dejar que su felicidad personal dependiese de la política. No sé qué palabra tiene ahora en su cabeza, pero en junio me dijo que tenía la palabra decepción.
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