Vivir sin Eto'o
La lesión de Samuel Eto'o ha roto el magnífico equilibrio que tenía el Barça. Se echa de menos no sólo por los 35 goles por temporada, que ya es mucho, sino porque su juego engrandece al equipo. Eto'o es la horma perfecta. El camerunés aporta un repertorio casi imposible de sustituir: gol, remate, velocidad, desmarque, generosidad, presión, caída en las dos bandas, alegría, espíritu ganador, acoplamiento perfecto... No se puede reemplazar fácilmente.
El juego de Eto'o mejora a sus compañeros. Primero, a Ronaldinho, que tiene más alternativas en el pase. Cuando conduce el balón, la defensa no sólo se debe preocupar de él; también debe atender las diagonales de Eto'o, sus desmarques, su profundidad. Esto libera al brasileño, que puede lucir. También Deco, Xavi o Iniesta se benefician de Eto'o. En la banda derecha, Messi o Giuly tienen más campo libre y menos defensa para utilizar sus regates o irse en velocidad. Sin Eto'o, el Barça es más estático, más lento. Por tanto, más previsible.
A la falta de Eto'o debemos sumar la merma de rendimiento de casi todos los hombres claves. Es indudable que el Mundial pasa factura y, después de una presión muy grande, cuesta mantener el nivel físico y de concentración que requiere la alta competición. Si sumamos una pretemporada en la que las cuestiones económicas y de márketing condicionan la preparación física y el acople, no deben sorprendernos estos altibajos.
La solución debe ser colectiva. Tal vez el funcionamiento deba variar porque el equipo ha perdido la frescura en el medio campo. Deco no está tan preciso, Ronaldinho no desequilibra en el uno contra uno como solía, las incursiones de los laterales son menos profundas y Messi pasa demasiados minutos pegado a la banda derecha sin entrar en acción. El juego colectivo se resiente.
Una de las variantes que se me ocurren para mejorar el juego del Barca es que Messi abandone esa posición estática que tiene en ciertas fases porque pierde participación. Esto le quita posibilidades, ya que está capacitado para resolver partidos él sólo. Con una intervención fulgurante es capaz de sentenciar. Pero debe recibir el balón en posiciones cercanas al área y sin estar rodeado de muchos rivales. Necesita maniobras análogas a lo que en baloncesto llaman aclarado. Eto'o las hacía perfectamente arrastrando a dos defensas y Messi desbordaba con más eficacia en el uno contra uno. De otro modo, como Messi tiene la tendencia natural de encarar rápidamente y utilizar su gran regate y velocidad, sin espacios termina chocando y diluyéndose. En cambio, con espacios y el balón controlado, encarando de frente, es una espada de dos filos: mortal de necesidad.
José Pékerman fue seleccionador de Argentina en el último Mundial.
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