De la rumba al bolero
A Moncho le faltaba un Liceo para completar su panoplia personal. Pues bien: no sólo ya tiene el trofeo en su vitrina, sino que será recordado como uno de los conciertos más memorables de su larga y dilatada carrera. Moncho hizo en la noche del lunes su Liceo, lo llenó de un público entregado y entusiasta y bordó una actuación soberbia.
La historia de este Liceo había comenzado semanas antes, el 23 de septiembre, en La Habana. Allí, en el Teatro Nacional, el cantante ofreció un concierto muy similar al del pasado lunes, pero con un grupo de músicos cubanos como invitados. De ahí el título del recital: De l'Havana a Barcelona. La idea, plenamente conseguida, era establecer un puente musical entre esas dos ciudades y demostrar que entre la rumba catalana y el bolero cubano no hay tanta distancia como a muchos les pudiera parecer.
Así, Moncho rizó el rizo con una primera parte más rumbera y una segunda totalmente bolerística y con toda la fuerza y el sabor cubanos de una buena banda de acompañamiento y unos magníficos arreglos.
El gitano del bolero, como se conoce a Moncho, siempre ha mostrado su afinidad por la rumba. Esta vez, para dejar las cosas mucho más claras invitó a los reestructurados Chipén para que le cubrieran las espaldas. El nuevo grupo de Johnny Terradellas puso su granito de calentura a las canciones de Moncho y aprovechó una pieza en solitario para saludar a su mentor, Peret, que estaba entre el público. En la segunda parte, Chipén cedió el escenario a una completa banda de acento cubano dirigida por el pianista habitual de Moncho, Toni Olaf Sabaté, y ahí fue cuando el cantante barcelonés pudo sacar todo lo que tenía dentro. Sencillamente apabullante. Una actuación magnífica que, por suerte, quedó grabada por TV-3 con vistas a un documental que se programará en las próximas navidades.
