La envidia de Europa
A España el asunto de los informes sociales se le da bastante mal. Da lo mismo si nos hablan del rendimiento escolar de nuestros estudiantes en matemáticas, o, como ahora, de la cantidad de dinero (léase también esfuerzo e interés) que se gasta en la formación de los ciudadanos a lo largo de su vida, que, según parece, nos pone en la cola de los 13 países europeos analizados, sólo por delante de Irlanda y Portugal. Pero yo no me fío de lo que digan por ahí; ya se sabe que en Europa hay mucho resabiado y tampoco escasea la envidia. Lo necesario es saber realizar los cálculos apropiados: seguro que no han incluido el enorme caudal futbolístico que atesoramos, el extraordinario porcentaje de gasto en investigación militar, que, oiga usted, supera nada menos que a la inversión científica y a la sanitaria, por no hablar de los indicadores relacionados con la tala forestal y construcción de adosados, que, a buen seguro, nos colocan en la cabeza del ranking de ladrillo por cristiano cuadrado. Si es que la envidia es muy mala... y algunas herencias también.
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