La otra cara de la expatriación femenina

El número de mujeres europeas que se han marchado a trabajar al extranjero se ha duplicado en los últimos cinco años, según un informe de Mercer Human Resource Consulting. Pero para poder vivir esta experiencia, que suele dar un valor añadido muy importante para prosperar profesionalmente, la gran mayoría de mujeres tiene que renunciar a una vida familiar estable. Mientras que el 74% de las empresas reconoce que casi todos los hombres expatriados tiene pareja antes de marcharse, en el caso femenino sólo ocurre en el 25% de las compañías.

Sólo el 6% de las empresas "siempre" conceden ayudas que favorezcan la reagrupación familiar entre la expatriada y su cónyuge e hijos

Cuando una multinacional decide reforzar una de sus delegaciones internacionales para mejorar su cuenta de resultados en esa zona del mundo suele contar, en primer lugar, con sus trabajadores de más confianza, quienes ya han demostrado en las oficinas centrales su grado de competencia y eficacia, aseguran los expertos en recursos humanos. La edad media de estos profesionales, por otra parte, se sitúa entre los 35 y los 45 años.

En opinión de Nuria Chinchilla, profesora y directora del centro Trabajo y Familia del IESE y autora de La ambición femenina (editorial Aguilar), "se trata de una oportunidad buenísima para que la persona dé un salto cualitativo a su carrera profesional". Lo cierto es que al regresar, después de un periodo de entre uno y cinco años, "suelen ocupar cargos de mayor responsabilidad", sostiene Chinchilla.

Por eso, no es de extrañar que este trampolín empresarial, tradicionalmente reservado para hombres, empiece a atraer la atención de las profesionales femeninas. Así, según el estudio de Mercer -que ha realizado una encuesta a 104 multinacionales que cuentan con un total de 17.000 expatriados en todo el planeta-, el número de expatriaciones femeninas ha pasado de 202 casos a 924 entre 2001 y 2006.

A lo largo de estos años, las empresas incluidas en la zona Asia-Pacífico han multiplicado por 16 veces el número de mujeres que se han ido a trabajar a otros países. "Este enorme crecimiento refleja claramente el hecho de que los negocios en esta región, especialmente en China, tienen un carácter cada vez más global", explica Rafael Barrilero, socio de Mercer HR Consulting. Las compañías norteamericanas, por su parte, tienen casi cuatro veces más mujeres expatriadas que hace cinco años, mientras que las empresas europeas han duplicado esta proporción.

Pero este notable incremento de la participación femenina "no ha venido acompañado por ninguna política que favorezca la conciliación entre vida laboral y personal", lamenta Chinchilla. Lo cierto es que, según el estudio de Mercer, sólo el 6% de las empresas "siempre" concede ayudas económicas que favorezcan la reagrupación familiar en el país de destino.

"Y es que ir acompañado por el cónyuge y los hijos, en caso de tenerlos, es fundamental para que la persona expatriada consiga obtener los mejores resultados posibles", señala Barrilero. Y añade: "Una pareja infeliz a menudo puede hacer que la expatriación falle, por lo que no invertir dinero en servicios de apoyo puede ser perjudicial para las empresas". Además, "si no se fomenta la conciliación", sostiene Chinchilla, "esta experiencia profesional está limitada a mujeres sin pareja", con lo que se agravará todavía más la desigualdad laboral con respecto a los hombres. Ahora mismo, tan sólo en el 16% de las empresas las expatriadas se marchan acompañadas.

En España, grandes compañías como Telefónica, Repsol YPF, Endesa o Gas Natural cuentan en su plantilla con cientos de expatriados, la mayoría de sexo masculino, que reciben unas ayudas de entre 2.500 y 3.500 euros al mes, dependiendo del valor del dinero en el país de acogida. Fuentes de Gas Natural, por ejemplo, reconocen que sólo el 16% de las expatriaciones son femeninas y que 4 de cada 10 tienen marido e hijos.

Esta empresa concede ayudas a todos sus expatriados con familia, independientemente de su sexo, con lo que la decisión final recae en el profesional que se marcha. Y lo hacen porque la experiencia de la expatriación genera mayor valor competitivo para la compañía.

Según el estudio de Mercer, más de la mitad de las empresas espera que el número de expatriadas continúe aumentando regularmente durante los próximos cinco años.