Un amante de la aviación
Algunos niños sueñan con ser pilotos, otros sueñan con dirigirlos. Álex Cruz (Bilbao, 1966) parece de los segundos. Entró en contacto con Clickair la primavera pasada, cuando intentaba "vender" la asesoría de Accenture, donde trabajaba, la entonces incipiente compañía de vuelos baratos. Sin darse cuenta, se estaba vendiendo a sí mismo y, en unos meses, se convirtió en el director general de la nueva aerolínea participada por Iberia. Una de sus primeras decisiones al frente de Clickair no fue ni más ni menos que descartar a Accenture para ese mismo contrato que él había negociado. "Soy muy exigente, lo reconozco, conmigo y con los demás, nunca tengo horas para el trabajo".
Eso lo aprendió en Estados Unidos, donde llegó a los 18 años para estudiar en la Universidad de Michigan, pero su pasión por la aviación comenzó mucho antes. Nieto de empleado de Correos e hijo de capitán de la Marina Mercante, su vida parece predestinada desde el principio al mundo de los viajes. Cuando Álex tenía 15 años, la ONU contrató a su padre para rediseñar la Escuela Náutica de Panamá, y ello le llevó a pasar toda su adolescencia en un país en que, en plena década de los ochenta, estaba completamente imbuido por el sueño americano, a medio camino entre la admiración y recelo hacia aquellos gringos que manejaban los dólares.
Todo joven panameño sueña con viajar a Estados Unidos y Álex Cruz no fue una excepción. Tras graduarse en Michigan como ingeniero industrial, comenzó su carrera en el sector de la aviación al fichar por American Airlines, en Dallas. Allí pasó cinco años, y hubiese pasado otros tantos, pero en las Navidades de 1994, en Bilbao, conoció a María, que vivía en la city londinense. "Unos meses después me llegó una oferta para incorporarme a la oficina de Accenture en Londres..." Y la decisión vino rodada. Hoy, casado con María y con tres hijos, de tres a ocho años, aún no ha tenido tiempo para buscarse casa en Barcelona. Cuenta que la puesta en marcha de Clickair, que comenzó a operar en octubre, le ha robado muchas horas de sueño y que cualquier rato libre que tiene lo pasa frente al ordenador, hablando con su familia a través de Skipe (llamadas telefónicas gratuitas a través de Internet).
"Me gustaría imprimir en el trabajo la agresividad positiva, la pasión por los resultados de Estados Unidos, el rigor británico, pero por otra parte me gustaría vivir con el calor con el que he visto vivir a los panameños".
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.