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Reportaje:La campaña electoral en Cataluña

Cataluña somete a examen tres años de izquierda

La carrera por la presidencia de la Generalitat arranca esta noche con el nacionalista Artur Mas como candidato mejor situado, pero la izquierda tiene opciones para mantener la mayoría de gobierno

Enric Company

Los electores catalanes deciden en las urnas el 1 de noviembre si tres años de Gobierno de la izquierda ya bastan después de los 23 de nacionalismo de centro derecha. En la campaña electoral que se inicia a partir de la medianoche de hoy, el candidato del centro-derecha nacionalista, Artur Mas, sale con ventaja según los sondeos, aunque la mayoría de izquierdas surgida de las elecciones anteriores se mantiene, desgastada, pero suficiente.

Mas disputa la presidencia de la Generalitat a José Montilla, el primer secretario de los socialistas catalanes cuya biografía aporta una de las más destacadas novedades a esta contienda: por vez primera, un exponente de la inmigración andaluza opta a la presidencia de Cataluña con serias posibilidades de lograrla. Está por ver si los catalanoandaluces se sienten particularmente atraídos por esta novedad.

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El aspirante nacionalista ha planteado las elecciones como una disyuntiva presidencialista entre él y el candidato socialista, al que durante semanas ha estado retando imperativamente a un debate cara a cara por televisión. Y en catalán. Sin embargo, la reclamación ha cesado de golpe en el momento en que Montilla la aceptó doblando la apuesta a dos debates, uno en catalán y otro en castellano. Se ha convertido en una negativa que ilumina con intensidad las limitaciones del nacionalismo catalán.

CiU ha empezado la campaña lanzando un primer cohete, que ha causado un estruendo enorme: la difusión de un anuncio contra el Gobierno de la izquierda mediante el encarte de un millón de copias en DVD en las ediciones dominicales de los diarios que se editan en Cataluña. El anuncio presenta a los líderes de la izquierda como unos conspiradores y reduce todo argumento político a la disyuntiva "o tripartito de la izquierda o CiU". El secretario general de CiU, Josep Antoni Duran Lleida, criticó ayer este tipo de propaganda y se declaró partidario de poner el acento en ofertas en positivo.

Pero en realidad, lo que se vota son diputados para el Parlamento autónomo y el presidente surgirá de la mayoría parlamentaria que se configure. Los mismos sondeos que apuntan a CiU como fuerza más votada indican también que la izquierda mantiene la mayoría que en 2003 eligió a Pasqual Maragall como presidente. Si hay mayoría de izquierdas, habrá Gobierno y presidente de izquierdas. Si hay mayoría de centro-derecha, CiU podrá retornar al poder, con el apoyo activo o pasivo del PP.

Lo que desde el verano lleva de cabeza a los políticos catalanes es, sin embargo, una tercera opción, inédita hasta ahora: la sociovergencia, una eventual alianza parlamentaria o de Gobierno entre CiU y PSC, en el caso de que Mas gane con gran diferencia sobre Montilla, pero sin llegar a la mayoría absoluta. El último sondeo situaba a CiU dos puntos por delante del PSC en intención directa de voto.

El PSC rechaza de plano esta fórmula. "Supondría firmar nuestra sumisión a CiU y al PSOE", afirman los dirigentes del socialismo catalán. La fuerza de la opción procede de que se sospecha que forma parte de los sobrentendidos que acompañaban al pacto sobre el Estatuto de Autonomía sellado en enero por Artur Mas y el presidente José Luis Rodríguez Zapatero. Los medios empresariales, en cambio, la reclaman en sordina, porque aunque están satisfechos con la gestión económica socialista, no desean que se repita un Gobierno con el independentista Josep Lluís Carod como número dos, por los costes de imagen que acarrea fuera de Cataluña.

A diferencia de las anteriores elecciones, cuando existía un amplio deseo de poner punto final a las dos décadas largas de pujolismo, ésta es una campaña sin dramatismo. Los candidatos principales son figuras sin carisma, que, en contraste con las fuertes personalidades de los presidentes Jordi Pujol y Pasqual Maragall, proponen objetivos a ras de tierra. Nada de replantear el papel de Cataluña en España, como osó Maragall, o de hurgar en el victimismo y lanzar guiños soberanistas. Montilla empezó su precampaña indicando que en Cataluña ha llegado la hora de "hablar menos de identidad y más de las personas", tras el empacho de objetivos grandilocuentes propiciado por los dos años de debate sobre la reforma del Estatuto de Autonomía. Mas también apunta en esta dirección. Para él es, simplemente, la hora del "buen gobierno", como reza su lema.

Como sucedió en las elecciones autonómicas de 2003, un tercer partido, Esquerra Republicana (ERC), puede quedar ahora en situación de bisagra y decantar la mayoría hacia la izquierda o la derecha. Pero la alianza con ERC ha dejado malos recuerdos a los socialistas y Montilla no habla para nada estos días de pactar de nuevo con Carod, que repite candidatura. Montilla pide a los electores "una mayoría clara" para formar un Gobierno de izquierdas, sin más detalles. Montilla no olvida que, con su decisión de votar no en el referéndum del Estatuto de Autonomía del mes de junio, los republicanos son los responsables directos de que el primer gobierno catalán de izquierdas que ha habido desde la Segunda República no haya podido agotar la legislatura. Ahora, el monopolio de la doble llave para Esquerra se acabó: CiU y PSC tienen las manos más libres para elegir pareja.

También CiU prefiere ahorrarse la alianza con ERC, a la que considera una fuerza inmadura y con la que rivaliza a cara de perro para erigirse como negociadora de los intereses catalanes con el Gobierno central. Además, CiU ha sido testigo de cómo la feroz campaña del PP y la extrema derecha española se ha cebado sobre Maragall y el tripartito de izquierdas y teme que caiga sobre él algo por el estilo si se forma un "frente nacionalista" con CiU y ERC. Carod ha dejado abierta la puerta al pacto con CiU, pero, en privado, los republicanos sostienen que "tiene más posibilidades la alianza sociovergente que la nacionalista".

La incertidumbre sobre la formación de mayorías al día siguiente de las elecciones alcanza también a los otros dos partidos del sistema catalán, el Partido Popular (PP) e Iniciativa Verds-Esquerra Unida (ICV-EUiA), cuyo futuro depende de si logran o no entrar en alianzas de gobierno. Ambas fuerzas concurren con los mismos candidatos que en 2003, Josep Piqué y Joan Saura, respectivamente. Pero con distintas expectativas a la hora de formar mayoría. Los sondeos marcan una suave tendencia a la baja del PP y una tendencia al alza también suave de ICV-EUiA. Saura es el único candidato que ha anunciado, día si día también, que sus diputados servirán para configurar otro gobierno de izquierdas. El tripartito es su fórmula y a reeditarlo de una u otra forma dirige su campaña.

El PP tropieza, por su parte, con la abierta negativa de Mas a sumar sus escaños con los de Piqué. Es parte del coste en Cataluña de la campaña contra el Estatuto que tan buena entrada tuvo en otras zonas de España.

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