Mala suerte, forastero
La Comunidad otorga una vivienda con garaje a un hombre en Móstoles y luego se los quita por no ser del municipio
Julián Barea Navarro tiene 25 años. Es vecino del madrileño barrio de Tetuán y trabaja como repartidor. Cada día se levanta a las cinco de la mañana y va por todo Madrid con su furgoneta cargada de pescado. "Yo lo que quiero es tener un piso para vivir con mi novia y formar una familia. Como todo el mundo", dice. Sin más. No gana mucho, así que, para lograrlo, hace unos meses decidió apuntarse al Plan Joven de Vivienda de la Comunidad de Madrid. El impreso de solicitud era sencillo. Una hoja para rellenar con cuatro datos esenciales. Especialmente uno: municipio en el que desea la vivienda. "Indiferente", escribió. A partir de ahí, el Gobierno regional le inscribió en todos los concursos de vivienda pública de la región.
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"Me apunté por probar. A mí nunca me toca nada, así que no tenía esperanzas", relata. Pues toma. Le toca un piso en Móstoles y ni se lo cree "Lo vi todo por Internet. Yo tenía el número 2.104. Había 779 pisos y me tocó uno. Tengo el sorteo grabado", explica. Los pisos están en el llamado PAU 4 del consorcio público de Móstoles Sur, junto a la nueva estación de Metrosur. Tienen 70 metros cuadrados, garaje, trastero y un alquiler de 450 euros, con opción a compra al cabo de siete años por unos 120.000 euros. Había 76.000 candidatos. "Imagínate que ilusión", confiesa con un tono de voz que anticipa ya el desafortunado desenlace. "La semana pasada me llegó una carta. Me dicen que tengo hasta fin de mes para presentar los documentos que acrediten que estoy empadronado o trabajo en Móstoles", rememora.
Pero ni una cosa ni la otra puede demostrar. Así que automáticamente pierde el piso que le había sido adjudicado en un concurso en el que la Comunidad -y no él- le había inscrito. "Es como si te toca la lotería y luego no quieren pagarte", dice. "En la Comunidad me dijeron que me lo habían otorgado por si acaso trabajaba en Móstoles. Pero, ¿cómo que por si acaso?", pregunta todavía sin dar crédito.
Desde el Gobierno regional lamentan lo sucedido. "Entendemos que pueda haber gente molesta. Trataremos de que esto no vuelva a suceder", prometen, dando a entender que el de Juan no ha sido el único caso. Pero todo tiene explicación. "Hay que entender cómo funciona el proceso", puntualizan.
Según la Administración regional, los participantes en los concursos de vivienda joven están inscritos en una lista única en la que hay unos 150.000 candidatos. Según las preferencias geográficas que expresan en la solicitud, participan en unos concursos u otros. Sin embargo, algunos como Juan, ponen "indiferente" en dicha casilla y entran en todos los sorteos. Luego, los requisitos exigidos para acceder a los pisos varían en función del criterio que imponga quien aporte el terreno y el dinero para la construcción de los inmuebles. Y "se exigen a posteriori, como en todos los concursos", dice un portavoz de la Consejería de Medioambiente y Ordenación del Territorio.
En el caso de la vivienda que ganó Juan, los terrenos eran propiedad del Ayuntamiento, si bien la Comunidad financiaba parte de la construcción. Así que, para favorecer a sus ciudadanos, el Consistorio decidió exigir que los participantes trabajasen o residiesen en la localidad. En la Comunidad aseguran que no habían tenido este problema antes. "Es la primera vez que un Ayuntamiento impone estas condiciones".
"Me parece lógico", dice Juan. "Pero entonces por qué me apuntan a ese concurso", protesta. "Esa persona seguirá en el bombo", responde la Comunidad, animando a Juan a que siga probando fortuna.
Un sorteo polémico
El sorteo del pasado 29 de septiembre en el Teatro del Bosque de Móstoles fue el más concurrido de cuantos se han celebrado hasta la fecha en el Plan Joven. Unos 76.000 candidatos, casi la mitad de integrantes de la lista única del Plan de Vivienda aspiraban a uno de las 779 pisos.
El método utilizado para otorgarlos no fue el del bombo tradicional. Un ordenador fue quien decidió la fortuna de los candidatos.
Lo de digitalizar la suerte no gustó a todos, y entre algunos de los perdedores se formó entonces una pequeña rebelión de protesta. "Ha habido tongo", afirmaron muchos. Pero la Comunidad y el Ayuntamiento de Móstoles se apresuraron a explicar que el método elegido es el que se ha usado en todos los sorteos y que seguirá siendo el mismo en las próximas celebraciones.
El próximo 25 y 31 de octubre, la Comunidad sorteará 400 pisos en Torrejón de Ardoz y Navalcarnero.
El sorteo se realizará también a través del bombo virtual y las condiciones que exigen ambos municipios son parecidas a las que en su día requirió el Ayuntamiento de Móstoles y que desembocaron en el error de otorgar pisos a quien no cumplía los requisitos. En este caso, los candidatos deberán acreditar estar inscritos en el municipio antes del 31 de diciembre de 2000.
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