Celos, tengo celos...
Me topo con un titular en la prensa del miércoles que, a primera vista, me impresiona: Capullo de Jerez, libre sin cargos, leo. Caramba, me digo. Cómo se está poniendo el nuevo periodismo. Qué agresividad. Ahora, a un sujeto jerezano ya le llaman "capullo" sin ningún problema, por estar acusado de un acto delictivo. Pero luego, por suerte, compruebo lo equivocada que estaba. Resulta que no. Que "Capullo de Jerez" es el mote de un cantante flamenco que responde al nombre real de Miguel Flores. Y también leo que el tal Capullo estuvo cuatro días en los calabozos, pero al final salió "arropado por sus familiares, que le acogieron cantando bulerías y tocando las palmas". Y esto me impresiona todavía más. Esto, la verdad, me provoca unos celos indignos.
Un cantante andaluz va a la cárcel y, cuando sale absuelto, ¿cómo le recibe su familia? Pues montando un cuadro flamenco en la puerta del juzgado consistente en tres o cuatro versos octosílabos a ritmo rápido y con el compás redoblado. Qué diferencia con los catalanes. De entrada, nosotros no tenemos cantantes que se llamen El Brètol de Vilanova o El Prepuci del Montseny. Como mucho tenemos a Els Pets. Y, sí. Es verdad que contábamos con el grupo llamado Whiskyn's collons, pero ahora ya se han cambiado el nombre y se han puesto sólo Whiskyn's. Pero eso es lo de menos. Sobre todo, me duele saber que la madre de cualquiera de nuestros cantantes -por ejemplo, la madre de Abús, que acaba de sacar un estupendo disco- no recibiría al fruto de sus entrañas bailando sardanas. Piensen en cómo recibiría una madre catalana a su hijo músico. Pues se lo diré, a sopapos. Qué diferencia con los familiares de Capullo.
Imaginemos, por ejemplo -Dios no lo quiera-, a nuestra Núria Feliu, pillada en flagrante pintando unos grafitos a favor de los okupas de Sants. (No pretendo hacerles daño, sólo les pido que imaginen...). Una vez la soltasen, ¿acaso alguien iría a las puertas de la comisaría a cantar La Santa Espina, L'estaca o No encenguis l'espelma si es fonen els ploms? Pues no. Somos unos desmotivados.
Es cierto que los norteamericanos, en general, tampoco van a los juzgados a cantar country cuando sueltan a Michael Jackson. Y los ingleses no sacan las gaitas para celebrar que Pete Doherty vuelve a estar a punto para intoxicarse de nuevo. Pero, al menos, los cantantes norteamericanos o ingleses lo compensan siendo malditos. Destrozan habitaciones de hotel, siguen tratamientos contra sus adicciones en las clínicas y mueren como manda la tradición: ahogados en sus propios vómitos. Tal vez por eso, en las radios todo el día pinchan sus discos. Los nuestros, no.
Por eso, yo pido a los músicos en lengua catalana que hagan un último sacrificio antes de rendirse. Les pido que cometan delitos. Y también pido a sus madres que se vistan de pubilla y se arranquen por sardanas a las puertas de Via Laietana. Sólo así acabaremos con un fenómeno paranormal que noto en las radios y que es digno de estudio por parte de la pitonisa Rossanna, la inefable bruja del canal 25. Escuchen cualquier programa de radio fórmula, por ejemplo, Radio Club 25. En ellos, siempre ponen las canciones en catalán unos minutos antes de las horas en punto. De este modo nunca suenan hasta el final, porque siempre quedan cortadas por los avisos horarios, de manera que el dueño de la emisora cumple la cuota y no solivianta a ningún oyente sensible.
moliner.empar@gmail.com
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