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Entrevista:Lanfranco Bombelli

"En lo que más gané es con lo que no vendí"

Resulta extraño aún hoy imaginarse a Marcel Duchamp paseando anónimo por Cadaqués cavilando en Étant donnés, y más ahora que la sombra de Dalí, omnipresente, ha crecido allí de forma desmesurada como reclamo turístico. Pero sí, entre 1958 y 1968, el pope del arte contemporáneo pasaba tres meses cada verano en el pueblo catalán. Allí peregrinaban para verlo otros artistas más jóvenes como John Cage o Richard Hamilton. Su figura, en cierta manera, planea sobre la galería Cadaqués que fundó en 1973 el arquitecto y artista italiano Lanfranco Bombelli (Milán, 1921). Pero tanto las actividades de la galería Cadaqués como la figura de Bombelli, hombre de una biografía con sustancia, van más allá de la figura de Duchamp. El Museo de Arte Contemporáneo de Barcelona (Macba) exhibe hasta el 27 de noviembre una selección de la colección de Bombelli a la que ha dedicado un documentado catálogo, con obras de artistas como Hamilton, Dieter Roth, Duchamp, Muntadas, Max Bill, Català Roca, John Cage, Joan Brossa, Ràfols Casamada o Antoni Miralda.

PREGUNTA. ¿Cómo conoció a Duchamp?

RESPUESTA. Teníamos amigos en común. Mi socio, Peter Harden, y yo habíamos trasladado en 1962 nuestro estudio de arquitectura a Barcelona, pero llevábamos tiempo yendo a Cadaqués. Conocíamos a la escultora norteamericana Mary Callery, que era muy amiga de Teeny Duchamp, ex mujer del galerista Pierre Mattisse, hijo del pintor. Duchamp alquilaba allí una casa, pero nadie del pueblo sabía muy bien quién era o qué hacía. Pensaban que era un francés extravagante que odiaba la playa y que era un fanático del ajedrez, porque se pasaba horas en el café Marítimo o el Melitón esperando contrincantes.

P. ¿Le influyó esta amistad para abrir la galería?

R. No, en absoluto. Lo habría hecho igual. Yo no era galerista. Todo comenzó cuando falleció mi socio en 1971. Quería ser enterrado en el cementerio de Port Lligat, pero no era católico y el único espacio posible era una zona adyacente en muy mal estado. Decidí pedirle a 12 artistas que le habían conocido que colaboraran en la edición de un portafolio para recaudar fondos. Arreglé un local para exhibir las obras y se vendió bien. Los artistas estaban encantados y me sugirieron que continuara abierta la galería. Así empezó.

P. Una historia de 25 años en la que participó en la fundación de Arco, asistió a ferias internacionales y realizó muchas exposiciones difíciles de ver en otras galerías españolas. ¿Era consciente de la importancia de aquellos nombres?

R. No me preocupaba. A mí me interesaban mucho y por eso me ocupaba de ellos, pero en realidad me atraía desde joven el constructivismo ruso y el arte concreto, que había conocido bien en Suiza, en donde finalicé mis estudios de arquitectura. Diversifiqué la galería y aporté otras cosas porque entonces el arte español era un poco cerrado, sólo interesaba el surrealismo, que era un movimiento ya acabado. De hecho, más de la mitad de los artistas hicieron la primera exposición en España en mi galería.

P. ¿Vendía mucho?

R. No, casi nunca. De Richard Hamilton vendí dos o tres cosas y de Dieter Roth algún dibujo. Hacía un poco de dinero con Koyama, un pintor japonés afincado en Cadaqués. Pagaba las ediciones que hacía con lo que ganaba como arquitecto y si vendía algo lo destinaba a comprar obra para mi colección. Por ejemplo, quería hacer una exposición de Jasper Johns y aunque era amigo de Teeny Duchamp no hubo manera de contactar con él. Lo vi una vez en una fiesta en París, pero él estaba tan borracho que fue imposible hablar. Pero durante tres o cuatro años me dediqué a comprar obra gráfica suya, conseguí unas 19 obras que aún me siguen pidiendo para exposiciones. No vendí nada. De hecho, en donde he ganado más dinero es en las obras que no he vendido. Uno de aquellos grabados que yo había expuesto, y que en su día compré por 2.000 dólares, una Diana, se vendió en 1989, el año en el que el arte subió más, por 275.000 dólares. Ahora vale 90.000.

P. Se interesó especialmente por la edición, ¿por qué?

R. Siempre me ha gustado. Mi padre tenía una empresa de litografía, y desde siempre me ha interesado la tipografía y la gráfica en general. Y comencé a coleccionar arte gráfico porque no tenía dinero para comprar obra única.

P. ¿Cómo ve el arte hoy?

R. Creo que ahora no podría tener una galería porque me he quedado atascado, mi sensibilidad es muy distinta a la de los jóvenes. A muchos no les entiendo.

Lanfranco Bombelli, ante una obra de Richard Hamilton.
Lanfranco Bombelli, ante una obra de Richard Hamilton.MARCEL.LÍ SÁENZ

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