Armado, aislado y peligroso
Kim Jong-il, al frente del único régimen estalinista que aún existe, dio ayer una nueva vuelta a su cerrazón y a su aislamiento del mundo. Su amenaza de realizar una prueba atómica es otro paso más hacia el abismo, un nuevo salto al vacío de un régimen que condena a su pueblo a la hambruna y al atraso con tal de preservarlo de la "maligna" influencia exterior.
Cada día se hace más evidente el fracaso de China, principal apoyo económico de Corea del Norte, por lograr que el régimen deje una puerta abierta al pragmatismo y a la reforma económica, lo que facilitaría la vida a los 23 millones de norcoreanos. Pero Pekín, que tampoco quiere presionar hasta el derrumbe del régimen por temor a una avalancha de refugiados, sólo consigue un paso adelante y dos para atrás.
Empeñado desde el fin de la guerra de Corea (1950-1953) en hacerse con armas nucleares para hacer morder el polvo a Estados Unidos y a Japón, que invadió con anterioridad la península coreana, el régimen defiende la militarización a ultranza del país. Tiene un Ejército de 1,2 millones de hombres al que dedica casi la totalidad de sus recursos, aproximadamente el 90% del presupuesto. Las dos Coreas siguen técnicamente en guerra porque nunca firmaron un acuerdo de paz.
"Amenaza exterior"
Bajo la excusa de la "amenaza exterior", la única dinastía comunista del planeta gobierna con puño de hierro hasta asfixiar a su pueblo. Las manos tendidas por Corea del Sur y China son vistas con recelo. En esta desconfianza se encuadra la decisión de imponer visados a los hombres de negocios chinos, para dificultarles el acceso a la explotación china de los recursos mineros norcoreanos. Asimismo, limita el desarrollo de las zonas económicas especiales promovidas por Seúl y Pekín.
El nivel de vida de la población se estancó en la década de los setenta y desde entonces sólo se puede hablar de retroceso. Encerrados en sí mismos, sin acceso a información sobre lo que ocurre más allá de sus fronteras y fuertemente ideologizados, los norcoreanos aceptan las explicaciones del régimen de que son los "enemigos exteriores" los que les cortan la electricidad, los créditos, el petróleo y el acceso a las nuevas tecnologías.
Hijo y heredero de Kim Il-sung, el hombre que fundó la República Popular Democrática de Corea -nombre oficial del país-, Kim Jong-il, según numerosos analistas surcoreanos, tiene dificultades para imponerse a la vieja guardia comunista, que ve en la apertura del régimen una amenaza a sus privilegios. La tremenda corrupción de las altas esferas del poder norcoreano también dificulta cualquier intento de reforma o de negociación.
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