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Fórmula 1 | Gran Premio de China
Columna
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Baile bajo la lluvia

Hace dos años, decir eso habría parecido una perogrullada. Pero ahora, en cambio, adquiere todo el sentido. La lluvia puede ayudar a Fernando Alonso en la lucha que mantiene con Michael Schumacher por el título mundial. En las dos carreras que quedan para concluir el campeonato, las de Japón y Brasil, suele llover. Y, si eso ocurre, las posibilidades del español subirán en picado. Ayer, en Shanghai, volvió a quedar patente la superioridad actual de los neumáticos Michelin sobre los Bridgestone en un asfalto mojado y con abundante agua. Y eso es algo que no ocurría hace dos años. Renault también pareció confirmar durante el fin de semana que en seco ha recuperado aquella punta de velocidad que le faltaba y sus bólidos vuelven a ser al menos tan rápidos como los Ferrari. Sin embargo, en el terreno intermedio, con un asfalto húmedo, los rojos tienen ganada la partida a los azules.

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Eso fue lo que ocurrió ayer en China. Alonso estuvo impecable mientras contó con todos los elementos favorables. Pero, en cuanto el trazado se fue secando, Schumacher fue ganando terreno hasta acabar venciendo. La carrera del alemán fue realmente espectacular, brillante, tal y como había estado ya en la clasificación cuando fue el único piloto de Bridgestone que coló su coche entre los diez primeros: salió el sexto. Sin embargo, la de Alonso estuvo a la par porque tuvo que salvar problemas de todo tipo: desde graining por errores en la elección de los neumáticos delanteros en el primer repostaje hasta el descomunal fallo del equipo, que le hizo perder 19 segundos en el segundo repostaje al repetir el problema con la rueda trasera derecha que ya le costó el abandono en el Gran Premio de Hungría.

En los últimos dos años, Michelin ha trabajado con constancia para conseguir unos buenos neumáticos sobre mojado. En 2004, Bridgestone no tenía rival en este terrero y, en cambio, sufría más en condiciones de calor. Ahora las tornas se han invertido. Y eso ha sido posible gracias a que los fabricantes franceses cuentan con una serie de pequeños trazados en las cercanías de su fábrica de Clermond Ferrand, en el centro de Francia, donde pueden trabajar en las condiciones que ellos deseen: pueden incluso mantener el asfalto mojado durante horas. Su constancia les ha dado un premio, potenciado además por el hecho de que en Bridgestone dieron por resuelto este problema y se durmieron un poco pensando que tampoco hay tantas carreras con lluvia. Michelin tiene ahora excelentes gomas para mojado y para seco. Y le queda la asignatura pendiente del asfalto húmedo. Es difícil que la resuelva antes de marcharse del Mundial al final de esta temporada.

Más que de los neumáticos, Alonso se quejó ayer de que en las últimas carreras -dos abandonos y dos segundos puestos, con muchos problemas de equipo-, Renault está mucho más preocupado por conseguir el título de marcas que el de pilotos. Puede que algún directivo piense más en el dinero que les puede suponer ser campeones mundiales, que es mucho. Pero conozco a Flavio Briatore y sé que éste no es su caso. Él siempre ha asegurado que el título de constructores es sólo un sucedáneo comparado con el realmente importante, el que da prestigio, que es el de pilotos. Analizando los desastres del equipo durante la carrera, haber conseguido un segundo puesto, el de Alonso, y un tercero, el de Giancarlo Fisichella, es un resultado muy bueno.

Sin embargo, el gran triunfador de ayer fue Schumacher. Y no tuvo reparos en mostrar su alegría al final de la carrera abrazándose a todo el mundo y mostrándose más pletórico de lo habitual porque ni él mismo podía imaginarse un desenlace similar el sábado tras la cronometrada. Pero todo el fin de semana hizo un trabajo de gran campeón y acabó obteniendo su premio.

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