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Reportaje:

La escapada de María

Una niña bielorrusa de 10 años estuvo 20 días huida junto a sus 'abuelas' adoptivas en Italia para evitar volver al orfanato de su país donde dice haber sufrido abusos sexuales

Enric González

La historia de María, una huérfana bielorrusa de 10 años, contiene todos los elementos del drama. Y tiene a Italia en vilo. Desde 2003, la niña pasaba los veranos con una familia italiana que había iniciado los trámites de adopción. Pero el mes pasado dijo que había sufrido abusos en el orfanato de Vilejka y que no quería regresar. Los padres italianos se negaron a devolverla. El Gobierno de Bielorrusia exigió que María regresara a su país. María está ahora en manos de la Corte de Apelación de Roma, que deberá decidir su destino en los próximos días.

Alessandro Giusto y Chiara Bornacin, la pareja italiana, presentó una denuncia ante el Tribunal de Menores de Génova en cuanto la pequeña les contó que había sufrido abusos sexuales y violencias en el orfanato bielorruso. El Tribunal de Menores, asesorado por médicos y psicólogos, decidió que María podría permanecer en Italia al menos hasta el 30 de octubre, y cedió la tutela provisional al Ayuntamiento de Cogoleto.

La embajada bielorrusa en Roma se movió con rapidez. El embajador, Alkexej Skrikpo, en el papel del malvado, presentó a su vez una demanda ante el Tribunal de Menores y amenazó al Gobierno de Romano Prodi con una crisis diplomática. María, proclamó el embajador, debía regresar de inmediato a su país. Las autoridades políticas y judiciales le dieron la razón, y exigieron a Alessandro Giusto y Chiara Bornacin que entregaran a la niña al embajador. El 8 de septiembre, María desapareció. Sus abuelas italianas, Maria Bordi y Elena Dagnino, se la llevaron a "un lugar secreto y seguro" para evitar su retorno al orfanato.

El embajador Skripko respondió con un ultimátum el 16 de septiembre: o recuperaba a María, o la crisis diplomática era "inevitable". La amenaza fue respaldada con hechos: el Gobierno de Minsk bloqueó 320 procesos de adopción de niños bielorrusos por parte de familias italianas, entre ellas la familia Giusto. Como consecuencia, las familias afectadas por el bloqueo empezaron a exigir a los Giusto que renunciaran a María. Incluso celebraron una manifestación contra los Giusto. La situación alcanzó un gran dramatismo. El Gobierno de Prodi se mostró cauto, pero la ministra de la Familia, Rosy Bindi, se encargó de recordar que las adopciones constituían un negocio para Bielorrusia: sólo las adopciones italianas reportaban, entre viajes, papeleos y otros gastos más o menos irregulares, más de 50 millones de euros anuales.

Tras 20 días de búsqueda, la policía italiana localizó el miércoles a María y a las dos abuelas en un refugio alpino, regido por la orden del Gran San Bernardo. El prior del convento, Francis Darbellay, había decidido ocultarlas "porque el Evangelio está por encima de la ley". La policía llegó al valle de San Bernardo gracias a una denuncia anónima. "El delator ha arruinado la vida de la niña, quizá lo que ha hecho pesará toda la vida sobre su conciencia", se quejó Daniele Grillo, párroco de Cogoleto.

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