El 9 por definición
Florentino edificó su mandato a partir de la figura de Figo, cuya salida del Camp Nou expresó la desorientación que vivía el Barcelona y supuso por extensión el traspaso de poderes al Madrid. El reinado blanco duró justamente hasta que el barcelonismo le pudo devolver el golpe con la contratación de Eto'o en una negociación manejada por Laporta contra el criterio de ciertos directivos que temían cabrear al poderoso Florentino, presa finalmente de sus galácticos, convencido de que la camiseta del camerunés no tenía valor en el mercado asiático, reiterativo en señalar que el futuro ariete azulgrana salía perdedor en cualquiera de las comparaciones con sus delanteros. Así se explica que Eto'o sea "la niña de mis ojos" de Laporta y un futbolista capital para entender el juego agresivo y reivindicativo del Barça.
A Eto'o le anima su afán de revancha y la necesidad de salir ganador de cada partido. Aguantó el pulso con Larsson nada más llegar al estadio azulgrana, salió pichichi al año siguiente con unos números que le sitúan entre los mejores cañoneros del campeonato y competía ahora por el Balón de Oro. La suya es una carrera de superación constante y los goles más trascendentes del equipo llevan la firma del 9. Aunque el éxito del Barcelona se explica por la sonrisa de Ronaldinho, sus triunfos serían menos sin los tantos de Eto'o, cuyo egoísmo ha actuado como motor del equipo. El Barça extrañará consecuentemente al delantero centro porque los goles no se compran y poque ya no se cuentan futbolistas que se enfaden cuando les quitan del campo para recibir el aplauso de la hinchada.
A Eto'o le estimula tanto la rivalidad que se pelea por igual con los suyos que con los contrarios porque entiende que cuantos están entre el balón y el portero son simplemente intermediarios. No sorprende por tanto que defienda al mismo tiempo que ataca. Pocos jugadores simplifican tan bien los partidos como Eto'o, punto de mira de los aficionados rivales, entregados al carismático Ronaldinho.
A rebufo de Eto'o, han sido varios los jugadores que a veces han actuado a la carta y, consecuentemente, la ausencia del camerunés les obliga a una mayor participación, y más si se repara en que Maxi y Larsson dejaron el equipo en junio. Rijkaard recurrirá a Gudjohnsen, y también a Saviola, y puede que a veces hasta Ronaldinho se mueva como falso ariete con Messi y Giuly en las bandas y Ezquerro en la recámara. Aumentará la responsabilidad y el protagonismo del brasileño y a la segunda línea se le exigirá más llegada y remate a fin de repartirse entre todos los goles que metía uno solo.
Las lesiones actúan a veces como acicate y elemento de cohesión, y las experiencias en el equipo de Rijkaard son muy recientes. Los ligamentos cruzados se cebaron primero en Motta, Edmilson, Gabri y Larsson de la misma manera que el curso pasado cayó Xavi, y el equipo salió triunfador en la Liga y la Copa de Europa. La singularidad del camerunés, sin embargo, agranda el reto del equipo. No es fácil meter goles y Eto'o no se cansaba de marcarlos porque su voracidad y ambición no sólo no tienen límite ni sustituto sino que en el campo son contagiosas.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.