_
_
_
_
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Noche de blanco satén

Madrid se puso guapa esta madrugada apuntándose por primera vez a la campaña europea Noche en Blanco, que ya se ha experimentado con éxito en París, Roma, Bruselas o Riga. La movida consiste en convertir la ciudad, por una noche, en vértigo, alucine, belleza y desatinos estéticos fascinantes y razonables para todos los gustos. Lástima que eso ocurra solamente una noche al año. Un martes (o cualquier otro día de la semana) es casi imposible dar por aquí de madrugada con algo interesante. Esto es un desierto. Lo mismo de lo mismo: mucha copa, poco arte y demasiados impresentables. Lo diagnosticaron los Moody Blues en aquella inolvidable canción: "Noches de blanco satén que nunca llegan a su fin". Casi todo es electoralista en este mundo traidor.

Cualquier noche debería ser mágica, tanto si duermes como si velas. Pero en esta ciudad de nuestros amores y desengaños lo tenemos crudo porque estamos rodeados de cinismos. El viernes, Día Europeo Sin Coches, el espectáculo fue patético. Daba la impresión de que circulaban más automóviles que otra jornada cualquiera. Hoy se celebra a bombo y platillo en San Sebastián de los Reyes el Día Mundial del Corazón, en conexión con más de cien países. Pero, aquí, el corazón es pasto del marujeo más detestable.

Maldito corazón, que ya se está convirtiendo en omnipresente inquilino de las televisiones y del tedio. Algunos ciudadanos empiezan a bramar contra el protagonismo del petardeo en la televisión, en la vida privada, en las siestas. No tienes corazón, sino un alcornoque; tu amor no vale nada, indeseable, hortera, marujón de mediopelo. Hay demasiados Días, pocos momentos.

Cualquier persona decente hubiera dado un potosí por dominar el arte de la bilocación esta madrugada en Madrid. Las insinuaciones artísticas han sido tan universales que muchos espíritus sensibles se han sentido abrumados al no poder abarcar ni siquiera un diez por ciento de la oferta. En todo caso, el estoicismo que nos atañe a las personas razonablemente mayores ya fue detectado hace años por los Moody Blues: "Algunos intentan contarme pensamientos que no pueden defender".

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
SIGUE LEYENDO

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_