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Le Pen se apropia de los símbolos de la Revolución Francesa para lanzar su campaña

Las encuestas dan al líder ultraderechista entre un 10% y un 15% en intención de voto

En el campo de batalla y apropiándose de las esencias republicanas de la Revolución Francesa, Jean-Marie Le Pen, el presidente del Frente Nacional (FN), lanzó ayer su candidatura a las elecciones presidenciales de la próxima primavera. El líder ultraderechista, que en 2002 dio la gran sorpresa apartando al candidato socialista de la segunda vuelta y forzando a la izquierda a pedir el voto para Jacques Chirac, confía en hacer lo mismo en mayo. Siete meses antes de las elecciones, Le Pen obtiene entre un 10% y un 15% en intención de voto, entre cinco y ocho puntos más que hace cinco años.

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"Sobre estas tierras gloriosas de Valmy, os invito a todos, a vosotros que amáis a Francia, a reuniros en torno a mi candidatura", proclamó ayer Jean-Marie Le Pen, de 78 años, ante un grupo de un centenar de fieles que le habían seguido hasta el lugar donde, en 1792, en la región del Marne, un ejército mixto de soldados profesionales y de voluntarios civiles sans culottes derrotaron a las tropas austro-prusianas que se abrían camino hacia París. Al día siguiente se proclamó la Primera República Francesa.

"En siete meses, se trata de vencer o de morir", dijo el líder de la extrema derecha. "Un nuevo Valmy nos espera", añadió. Se apropiaba así de uno de los referentes del republicanismo y se autoproclamaba como el "auténtico defensor de la República" frente a quienes, según él, han vendido a Francia, que son todos los demás, especialmente los dos grandes partidos del arco parlamentario a los que acusó de haber aceptado el Tratado de Maastricht y la pérdida de soberanía que supuso.

"O bien Francia derrota a las potencias hostiles que la amenazan", advirtió, "o abandona por un simple voto su historia y su alma a los ejércitos enemigos del liberalismo mundializado, el comunitarismo, la inmigración salvaje y la regresión".

"El único que encarna la verdadera ruptura, el verdadero cambio soy yo", dijo. Y en un guiño novedoso, tal vez buscando un discurso más generoso con determinados colectivos de inmigrantes integrados en una nebulosa clase media, insistió en que su mensaje no sólo va dirigido a "los franceses de cuna o de documentación, sino a los de corazón y espíritu". Le Pen se dirigió a los franceses "de origen extranjero" y le animó a "comulgar" con sus valores. Y puso el ejemplo de los futbolistas Michel Platini y Zinedine Zidane; italiano y argelino, respectivamente, aunque héroes de Francia.

La entrada en campaña del viejo líder del FN, con su gran habilidad para situarse en el juego político, pone de nuevo en evidencia lo difícil que lo tienen quienes pretenden entrar en su terreno para robarle votos.

Desactivados todos los rivales surgidos del interior del partido, tampoco quienes desde fuera, subidos en una cierta respetabilidad institucional como el aristócrata Philippe de Villiers y su Movimiento por Francia, parecen capaces de erosionar lo más mínimo los feudos electorales del FN. Queda por ver si desde el poder conservador, el ministro del Interior, Nicolas Sarkozy, más que probable candidato de La Unión por un Movimiento Popular (UMP), es capaz de robarle algunos votos.

Ayer, por si acaso, el líder ultraderechista le dedicó a Sarkozy buena parte de sus invectivas, y se las hizo compartir con la favorita socialista Ségolène Royal. Sarkozy, dijo, "encarna la ruptura en solamente el tono" e intenta convertirse "en una especie de Le Pen burgués, de Le Pen con corbata". La candidata socialista, añadió, "propone lo femenino como cambio". Sarkozy, "el americano, el lacayo del atlantismo y del Imperio", y Royal, que "esconde un gran vacío maquillado con una sonrisa de azafata", sintetizó el líder ultraderechista, "se enlazan en un tango".

Le Pen ofreció ayer una imagen saludable, en contraste con las de los últimos tiempos, cuando convalecía de una operación de cadera. Detrás parece haber quedado el cáncer de próstata que se le detectó en 2002. Su hija Martine, que ayer le acompañaba en Valmy, cada vez más asentada como sucesora, deberá esperar a otras elecciones. Mientras tanto, se ha convertido en una efectiva jefa de campaña.

Constitución europea

Los analistas apuntan a que todos los elementos que hicieron posible que en 2002 dejara fuera al socialista Lionel Jospin y se plantara en la segunda vuelta frente a Chirac siguen vigentes, e incluso algunos se han acentuado. Y la cuestión identitaria, nacionalista, proteccionista y xenófoba más que nunca, como muestra el rechazo a la Constitución europea en mayo de 2005.

El problema de esta especie de giro al centro que podría desprenderse del súbito ardor revolucionario, es que le enfrente con sus seguidores más extremos, poco dados a valorar la toma de la Bastilla y ni siquiera la Ilustración. Pero por lo menos ayer, Le Pen consiguió aparecer bajo una luz clara y positiva mientras el que, en definitiva, será su principal rival, Sarkozy, ejercía de ministro del Interior y se veía obligado a levantar la moral de la policía, dos de cuyos miembros habían sido apaleados tras caer en una emboscada de un grupo de jóvenes de una barriada al sur de París.

Le Pen, ayer en Valmy.
Le Pen, ayer en Valmy.EFE

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