Fugas de escándalo
Gran parte de la credibilidad de los mercados, sean financieros, industriales o energéticos, está basada en la seguridad de la equidad en las transacciones, sobre todo en las de mayor cuantía, como suelen ser las ofertas públicas de adquisición (OPA). Por esa razón, la información privilegiada que confiera ventajas fraudulentas a compradores o vendedores daña la confianza y reduce el prestigio de las bolsas que la permiten. Un estudio editado por la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) llega a la conclusión de que en las últimas OPA ejecutadas en España hay "indicios de anticipación de la noticia", que se manifiestan en "niveles anormalmente elevados de contratación" en los días anteriores al anuncio de la oferta.
Es fácil suponer que la numerosa participación técnica y legal en las operaciones de adquisición favorece la fuga de información. Pero la cuestión de fondo debe enfocar la capacidad de vigilancia de las instituciones. La CNMV existe desde 1988 y, salvo durante su primera etapa de cuatro años, parece haber avanzado poco en las técnicas de detección, recogida de información y denuncia de los casos de información privilegiada. Se ha conformado con invocaciones tonantes contra ella. Sea un problema de adaptación legal, sea cuestión de falta de medios o sea un problema de instrumentación de las barreras entre empresas financieras y asesoras -las llamadas barreras chinas, que pretenden frenar la fuga de información entre actividades de una misma empresa son muy poco eficaces-, el caso es que las anomalías en la contratación crecen sin pausa.
Puede que haya llegado el momento de que el regulador del mercado (la Comisión de Valores) advierta de nuevo sobre esta práctica y actúe contra ella con rigor.
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