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Reportaje:Los problemas de los distritos

Centro nunca descansa

El distrito, con 147.000 vecinos, atrae a diario a más de medio millón de personas

F. Javier Barroso

Un simple recorrido a pie de un par de horas es suficiente para ver que Centro es muy distinto al resto de distritos. Su carácter heterogéneo hace que el caminante pase de una lujosa zona residencial en los aledaños de la plaza de Alonso Martínez a chabolismo vertical en algunas ocasiones en el barrio de Lavapiés. La actividad en este gran área de 440 hectáreas es tal que un visitante podría estar sin parar de hacer cosas durante las 24 horas del día. Las cinco líneas de metro y las 47 de la Empresa Municipal de Transporte hacen que llegar sea relativamente fácil.

En Centro están empadronados 147.000 vecinos, según los datos del Ayuntamiento de Madrid. De ellos, cerca del 28% son de origen extranjero. Eso sólo contando los datos oficiales porque son muchos más los inmigrantes que no han pasado por las dependencias municipales para darse de alta en los registros municipales. Sin embargo, la gran cantidad de comercios, de oficinas, cines y lugares de ocio atraen todos los días a más de 500.000 personas de media. Zonas como las calles de Preciados y del Carmen son desde hace décadas, junto con la Gran Vía, lugares de atracción de propios y extraños. La frenética actividad comienza sobre todo con la apertura de los comercios, a eso de las diez de la mañana. Y no para hasta el día siguiente. La actividad llega a límites casi industriales en Lavapiés, donde las furgonetas cargan y descargan miles de cajas con toda clase de productos en lo que es un auténtico bazar al por mayor.

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Este distrito también es el foco de actividad política de todo el país. Acoge las dos cámaras legislativas (el Congreso de los Diputados y el Senado), además de las sedes del Gobierno regional y del Ayuntamiento de Madrid. Ello motiva que las calles de Centro siempre estén plagadas de coches oficiales y de comitivas que llevan o traen a mandatarios extranjeros a estas instituciones.

Los seis barrios que conforman Centro-Palacio, Embajadores, Cortes, Justicia, Universidad y Sol-resultan muy distintos entre ellos. "Realmente cada barrio es un pequeño Centro en sí mismo", comenta el presidente de la Junta Municipal de Centro, Luis Asúa Brunt. "Cada uno refleja la historia de la ciudad que se ha mantenido a lo largo de siglos", añade el concejal del PP.

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Uno de los problemas que estaba sufriendo el primer distrito de la capital es que estaba perdiendo población. El alto precio de los pisos estaba generando que la población optara por marcharse a zonas periféricas o a otros municipios colindantes a la capital. Eso se tradujo en un envejecimiento de los vecinos. Sin embargo, la llegada de los inmigrantes ha supuesto que el pasado año por primera vez en bastante tiempo haya crecido la población. "El vecino de Centro es muy distinto. Poco tienen que ver los residentes de la plaza de Barceló o los que están junto al Tribunal Supremo con la emigración de Lavapiés. Chueca también ha cambiado muchísimo", explica Asúa.

La gran atracción de personas que generan el ocio y las compras implica otros problemas. El tráfico resulta a menudo insufrible, ya que no hay lugares suficientes donde estacionar. La inseguridad es otra de las trabas que sufre el distrito. Eso sí, las estadísticas policiales se basan en el número de denuncias presentadas en la comisaría de la calle de Leganitos. Después se dividen por el número de habitantes censados. Fuentes policiales han rechazado este sistema, ya que debería incluir algún índice corrector por la gran cantidad de gente que se mueve a diario por Centro. Aun con todo, la tasa de criminalidad ha bajado más de un 3% en el primer semestre del año, según datos de la Jefatura Superior de Policía de Madrid. El mayor descenso se produjo en las faltas (casi un 5%), mientras que los delitos subieron casi un 2%.

La oposición, en especial el PSOE, también echa en falta muchos equipamientos para los vecinos. Destaca que sólo hay tres centros culturales, dos para mayores, y que las instalaciones deportivas prácticamente brillan por su ausencia. "La piscina de La Latina está en unas condiciones tan lamentables que debería de ser cerrada. Eso obliga a que muchos vecinos tengan que irse a otros distritos a practicar deporte", critica el concejal del PSOE dedicado a Centro, José Manuel Rodríguez.

El estado en que se encuentran muchas plazas hace que los vecinos no tengan prácticamente zonas verdes que disfrutar. Rodríguez destaca dos claros ejemplos denunciados reiteradamente por el grupo municipal socialista: la plaza de Soledad Torres Acosta y la del Dos de Mayo. "Las dos reformas que se han hecho no han conseguido mejorarlas", añade el edil del PSOE. También destaca el poco gusto que han tenido en la zona de Tirso de Molina, donde se han cargado árboles frondosos y han dejado sin bancos para sentarse a los vecinos.

Pero lo que más ha fallado estrepitosamente ha sido la gran operación de Centro del alcalde Alberto Ruiz-Gallardón, que pretendía acabar con la infravivienda y, aplicando una depurada técnica de bisturí, cambiaría toda la fisonomía de Centro. "Se han dado cuenta de que era imposible. Llevamos tres años y no han movido un solo ladrillo. Todo se ha quedado en humo, a ese humo al que nos tiene tan acostumbrado Ruiz-Gallardón", sentencia Rodríguez.

La noche no supone un parón en las calles de Centro. Centenares de bares de Huertas y de Chueca se convierten en punto de encuentro de miles de personas. A eso se une los cines, los teatros y los musicales, aderezados por restaurantes de todas las especialidades y precios. Y es que, como resume Luis Asúa, la actividad casi nunca deja de ser "frenética" en este distrito.

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Sobre la firma

F. Javier Barroso
Es redactor de la sección de Madrid de EL PAÍS, a la que llegó en 1994. También ha colaborado en la SER y en Onda Madrid. Ha sido tertuliano en TVE, Telemadrid y Cuatro, entre otros medios. Licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid, está especializado en Sucesos y Tribunales. Además, es abogado y criminólogo.

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