"Que vengan los españoles, pero no los americanos"
Al atardecer, la música árabe rezuma en los rincones de las calles del viejo puerto de Tiro y el olor a pasteles recién horneados lo impregna todo. Asma Damouri vende baclavas (pastel de hojaldre relleno y caramelizado) mientras charla con su amigo Salam Yussef. "Nos parece bien que vengan los españoles", afirma ella. "Lo que no queremos es que vengan los israelíes ni los americanos, esos no... Españoles, italianos, franceses, me parece bien", apostilla Yussef. Ambos pasaron la guerra en Tiro. "No teníamos adonde ir. A los más jóvenes y las mujeres los enviamos lejos, hacia el norte. Los hombres nos quedamos, Hezbolá nos protege", añade Damouri.
Rossette Mitra, una cristiana que tampoco abandonó la ciudad durante los ataques israelíes espera que las tropas logren afianzar la débil paz. "Queremos vivir tranquilos. No entiendo por qué es tan difícil".
"¡Sahafi sbani!" (periodista español), exclama un grupo de hombres en un café frente al puerto de Tiro, "bienvenidos, bienvenidos los españoles", dicen todos a la vez. "Nos van a defender de los israelíes, nos van a defender de los israelíes", grita en francés uno de ellos a sus compañeros. Alborotados y hablando sólo entre ellos en árabe, miran y sonríen repitiendo: "Bienvenidos, bienvenidos". Le dan una bocanada al narguile y se quedan todos ensimismados en sus pensamientos.
En general, los habitantes de Tiro se muestran indiferentes ante las tropas extranjeras. La llegada hace dos semanas de las tropas italianas la siguieron con más interés porque era novedad, pero el arribo de las españolas les parece la continuidad de una operación de la ONU la cual vienen siguiendo a diario por los periódicos y la televisión.
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