Una partida magistral

Pocas partidas de póquer han sido rodadas con tanta elegancia y brillantez en el cine como la que protagonizan Henry Gondorf (Paul Newman) y Johnny Hooker (Robert Redford) en El golpe (1973). La forma en la que rueda esa escena raya la perfección: primeros planos de los protagonistas, de las cartas, cruces de miradas y unos rostros que descubren el cinismo y la astucia del timador y la rabia del gánster. Una película que cuenta no sólo con unos protagonistas de excepción, sino con un excelente reparto de secundarios como Robert Shaw, Charles Durning y Ray Walston. Es una película que no ha envejecido con el paso del tiempo; es, en definitiva, la historia de una estafa muy bien contada.

La excelente relación entre los dos protagonistas, que ya habían protagonizado juntos Dos hombres y un destino (también de George Roy Hill), se palpa desde el primer encuentro de los actores y aunque sus papeles son diametralmente opuestos llegan a compenetrarse perfectamente.

Hooker es un personaje hábil pero que se gasta el dinero con una gran facilidad, su aspecto cambia cuando conoce a su compañero de aventuras, Gondorf, un hombre que lleva una vida desastrosa al lado de una mujer que no se sabe si es su amante o su protectora pero que cuando trabaja es capaz de exhibir una frialdad absoluta.

El guión de David S. Ward resulta ágil y divertido e impide al espectador aburrirse ni un solo segundo del filme. La película está articulada en seis capítulos -Los protagonistas, El plan, El tinglado, La trama, El tiroteo y El golpe- encaminados a preparar el gran timo que tienen preparado Gondorf y Hooker. El ritmo que logra el director en los 129 minutos de metraje resulta trepidante.

La película logró siete oscars el mismo año en el que se estrenaron películas como Malas calles, de Martin Scorsese; American Graffiti, de George Lucas; El exorcista, de William Friedkin; El último tango en París, de Bernardo Bertolucci, o Serpico, de Sidney Lumet.

Si las actuaciones de los protagonistas y secundarios resultan extraordinarias, otro aspecto muy importante del filme es su banda sonora. Las composiciones que realizó Scott Joplin logran recrear el tono y el ambiente de la época. Cuando David S. Ward escribió el guión pensó que los diálogos debían ir acompañados de viejos blues de Chicago; sin embargo el director se inclinó por Joplin, conocido por ser una de las grandes figuras del ragtime, estilo musical surgido en la comunidad afroamericana y muy popular en las primeras décadas del siglo XX. Su composición The entertainer ha logrado ser una melodía difícil de olvidar y los arreglos a las piezas de Joplin le permitieron al compositor Marvin Hamlisch lograr el Oscar a la mejor banda adaptada en 1973, año en el que el compositor obtuvo otro Oscar a la mejor banda sonora por Tal como éramos, de Sidney Pollack.