Belleza y denuncia en 200 imágenes
El Centro Cultural de la Villa acoge una retrospectiva de la fotógrafa Isabel Muñoz
"Lo que me gusta es contar cosas, y la fotografía es mi medio para expresarlas. Yo lo que quiero es hablar de la vida". Ésta es la filosofía profesional y personal de la fotógrafa Isabel Muñoz (Barcelona, 1951). Tras 15 años de intensa trayectoria, el objetivo de su cámara se ha convertido en una prolongación de sus ojos y de su pensamiento.
Y además de bucear en la belleza de cuerpos y culturas en todos los continentes, la autora no olvida la realidad que marca las vidas y los rostros que retrata. "Hay belleza hasta en las partes más oscuras", precisa, y advierte: "No voy a poder dejar la línea de lo social".
Así lo demuestra en la amplísima retrospectiva que acoge desde hoy -hasta el próximo 29 de octubre- el Centro Cultural de la Villa. Además de dos escenarios para espectáculos, este espacio de la plaza de Colón gestionado por el Área de las Artes del Ayuntamiento de Madrid alberga en el subsuelo una sala de exposiciones de 2.000 metros cuadrados, donde las obras de gran formato de Isabel Muñoz reinan en las paredes.
"Me gusta contar cosas. Yo lo que quiero es hablar de la vida", asegura la autora
Esta exposición de Madrid repasa sus trabajos más conocidos: de los toros a las artes marciales, del tango al flamenco y de las danzas orientales al ballet clásico o contemporáneo. España, Egipto, Argentina, Turquía, Tailandia... son escalas del viaje estético y antropológico de Muñoz. También aparecen sus estremecedoras imágenes de las víctimas de las bombas antipersona en Camboya o de quienes viven el infierno carcelario de El Salvador.
Y se da cumplida cuenta de sus reportajes sobre los pueblos nyangaton y los surma de Etiopía. Por la serie de los surma -publicada, al igual que otros trabajos suyos, por El País Semanal- fue premiada el World Press Photo 2005. No faltan sus imágenes sobre la devastación de la ciudadela iraní de Bam a causa de un terremoto o su reciente exploración sobre las víctimas de la prostitución infantil en Camboya, Vietnam y Laos. La serie de las niñas forzadas a vender su cuerpo, con 142 fotografías, constituye un apartado dentro de la exposición. Los retratos -no sólo de las crías, también de los proxenetas- rezuman melancolía, dolor, esperanza, y belleza, siempre belleza, excavada hasta en las zonas más siniestras, como explica Muñoz. Y para reforzar su labor de fotoperiodista, las imágenes están acompañadas de un documento audiovisual con declaraciones de las chicas de los burdeles.
En la muestra domina el blanco y negro y en la última etapa deja paso al color, pero en todos los casos los rostros y las formas hablan a los espectadores. Y esa conversación se articula en torno a 251 imágenes, completadas con un documental realizado por Ramón Masats sobre el montaje de la exposición y el proceso creativo de la fotógrafa y de su equipo de colaboradores.
"Somos testigos de una superproducción", señala el comisario de la muestra, Publio López Mondéjar. El criterio de selección de las obras, en complicidad con la fotógrafa, intenta reflejar las inquietudes de Isabel Muñoz. "Al disparar su cámara sigue la disciplina de su corazón", dice López Mondéjar.
Y esa disciplina también alcanza el dominio de la técnica, de la artesanía de los antiguos procedimientos fotográficos convertida en arte. Isabel Muñoz, como resalta el comisario de su obra, es una maestra de la platinotipia (proceso basado en la propiedad de fotosensibilidad de las sales férricas).
"Es una exposición muy compleja y demuestra la gran capacidad de comunicar de Isabel Muñoz", añade Juan Carlos Luna, director de Lunwerg, editorial que ha realizado el catálogo que acompaña la muestra del Centro Cultural de la Villa y que cuenta con textos de Christian Caujolle, director artístico de la galería parisina VU', y del periodista Alfonso Armada. "Isabel acaricia con su mirada generosa los dolores y placeres del cuerpo hoy maltratado por la sociedad", dice Caujolle.
A la fotógrafa le gusta el detenimiento y la reflexión en sus trabajos, pero no para en el ritmo de sus proyectos, de distinto cariz: "Voy a seguir investigando con el asunto de la violencia y también viajaré para una serie sobre la lucha turca y el mundo de las máscaras en México". Como sus proyectos anteriores, le absorben al cien por cien pero le dan satisfacciones.
"Me gustaría devolverle un día a la fotografía todo lo que me ha dado", dice la creadora.
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