El cuento de los confidentes que 'anticiparon' el 11-M
El PP y sus medios afines sostienen su teoría de la conspiración en torno a los atentados basándose en testimonios corregidos y contradictorios de delincuentes, algunos imputados por el juez
"No hay relación entre la intervención de Irak y los ataques del 11-M. Ninguna conexión. Absolutamente ninguna conexión. Más aún. Usted conoce hoy por hoy a algunos de los responsables de los ataques, pero no sabe quién ideó el ataque, quién es el líder, quién establece y aporta los medios para el ataque, quién definió el soporte logístico...", explicó José María Aznar el pasado 24 de julio en el programa de la BBC Hard Talk.
En los primeros días de septiembre pasado, el diario El Mundo publica una entrevista con José Emilio Suárez Trashorras, ex minero asturiano en prisión desde el 17 de marzo de 2004. El juez Juan del Olmo le acusa por el presunto delito de proporcionar a los terroristas islamistas los explosivos utilizados en el atentado del 11-M. De ser, pues, cooperador necesario.
"Por decir que ETA no tiene nada que ver no pueden meter a policías en la conspiración"
El caso es que Suárez Trashorras dice ahora esto: "No pongo en duda que los autores materiales fueran musulmanes, pero seguro que recibieron ayuda externa. Es imposible que se lleve a cabo una operación de esa envergadura, estando todos, absolutamente todos, controlados". Acusado por el juez de ser el apoyo externo logístico de los terroristas, Suárez Trashorras es, sin embargo, quien, a través de un periódico que le presenta con comprensión, denuncia ahora la existencia de "ayuda externa".
Suárez Trashorras añade: "Es imposible que los autores actuaran sin el beneplácito de las Fuerzas de Seguridad, teniendo como tenían seguimientos telefónicos y personales y a confidentes infiltrados". El acusado juega con su credencial de confidente policial para sostener sus afirmaciones.
Durante dos años, el citado periódico y el diputado Jaime Ignacio del Burgo, miembro del Partido Popular en la Comisión parlamentaria de Investigación del 11-M, han cultivado la relación con otro personaje estelar en la cocina de la teoría de la conspiración. Se trata del ciudadano marroquí Rafa Zouhier.
Acusado de participar en la entrega de explosivos a los terroristas islamistas, Zouhier ha implicado a Suárez Trashorras y a su cuñado Antonio Toro en la venta de dinamita. Zouhier, asimismo, reveló que en su calidad de confidente policial había advertido a sus jefes de la UCO, bastante antes del 11-M, de que habían ofrecido el explosivo a ETA. El Mundo publicó numerosas cartas de Zouhier, quien se convirtió en un elemento clave para cimentar la conspiración.
A primeros de octubre de 2004, el diputado Jaime Ignacio del Burgo envió a Zouhier, en prisión, un largo cuestionario. Una vez recibidas sus respuestas, las entregó al citado periódico, según deja constancia en su libro 11-M Demasiadas preguntas sin respuesta, publicado por La esfera de los libros, editorial vinculada a El Mundo. En rigor, el PP y el periódico mantienen, según se desprende de la versión de Del Burgo, una división de trabajo sobre el 11-M.
Zouhier señalaba que Toro y Trashorras ofrecieron dinamita a ETA. Preguntado por Del Burgo sobre la banda, Zouhier señaló: "Yo no tengo ninguna relación o casi ninguna con Trashorras. Para mí el jefe era Toro... Trashorras es un tonto...".
El citado diario también se apoyó en otros dos delincuentes relacionados antiguamente con la banda de Toro y Suárez Trashorras. Tanto Francisco Javier Lavandera, ex portero en un club nocturno, como José Luis Fernández Díaz, Nayo, hicieron su aparición en el periódico. Ambos unían sus voces en un coro para denunciar a Suárez Trashorras y asegurar que habían informado en calidad de confidentes, a los jefes policiales de Asturias, sobre el riesgo de venta de explosivos a ETA que suponía la banda de Trashorras. Fue cuando Nayo hizo sus declaraciones al diario, en febrero de 2005, Suárez Trashorras, en una conversación con sus padres, interceptada en Alcalá-Meco, en marzo de 2005, mencionó el asunto. "Mientras el periódico El Mundo pague, si yo estoy fuera, les cuento la Guerra Civil española...", dijo Trashorras.
En marzo de 2006, Rafa Zouhier, metía más presión, acusando, a través del mismo diario al ex minero. "Suárez Trashorras sabe mucho más de lo que ha dicho o declarado, pero no le interesa declarar porque tiene miedo. Yo le aconsejo que lo haga porque será mejor para todos y se aclararán muchas cosas...".
Después de dos años de acecho, Suárez Trashorras recoge el guante y responde, en la citada entrevista a El Mundo de primeros de septiembre utilizando la mayor parte de los argumentos que ha podido leer en el mismo periódico y en el diario Libertad Digital sobre la presunta conspiración. Al mismo tiempo, rechaza, lógicamente, su participación en los atentados que le imputa el juez Del Olmo.
Los testimonios de los cuatro delincuentes (Suárez Trashorras, Zouhier, Lavandera y Nayo) fueron presentados, a cada paso, como claves para resolver los presuntos enigmas existentes. Los dos implicados en el 11-M (Suárez Trashorras y Zouhier) buscan mejorar su situación procesal respectiva, por lo que su enfrentamiento es total. Los otros dos tienen sus intereses particulares.
¿Por qué acudir a estos cuatro delincuentes? "Estos personajes son prototipos de delincuentes de medio pelo que suelen aportar informaciones a la policía y la Guardia Civil", explica a EL PAÍS un responsable policial con el PP y con el PSOE. "Si El Mundo les utiliza, o ellos utilizan al diario, según se vea, es porque resulta muy fácil. Nadie va a cuestionar las afirmaciones que hacen. La manipulación es sencilla y cómoda", precisa.
Un juez que prefiere mantener el anonimato, consultado sobre las contradicciones en la instrucción del caso del 11-M, señala que como en todo sumario existen. "Hay cabos sueltos, contradicciones, testigos que malinterpretan o distorsionan, agentes y confidentes que enredan, chapuzas policiales. Los abogados defensores atacan esos puntos débiles e intentan crear dudas razonables en los magistrados y jueces ante los recursos y el juicio oral. Las teorías conspirativas sirven, pues, a los acusados para defenderse. Claro que en el caso del 11-M se han traspasado las líneas rojas", explicó.
Es lo que creen no pocos responsables de la lucha antiterrorista. "Yo soy de derechas. Lo digo porque es verdad. Y me tocó investigar a los primeros sospechosos del 11-M. Y por sostener que ETA no tiene ninguna presencia en los atentados no pueden meterme en la conspiración. Es una locura. Hemos sido nosotros quienes practicamos las primeras y más importantes detenciones en este caso. Nuestros jefes permanecieron varios meses, después del cambio de Gobierno, al frente de las instituciones policiales que realizaron la investigación".
La ilusión del PP ha sido expuesta por el diputado Del Burgo en su libro: "Si Dios no lo remedia, dentro de 50 años tal vez haya españoles que se formulen la misma pregunta que aún hoy se hacen muchos norteamericanos: ¿quién mato a Kennedy?".
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